lunes, 30 de julio de 2012

Enfrentando a los mediocres




Odio la mediocridad

Freddy Mercury


   Mi estilo de dominar, tan genuino como personal, y mi seguridad en lo que soy y lo que busco me han llevado a conocer y a relacionarme con interesantes personas que podrían ser caracterizadas como seres de gustos únicos. Me encanta llamar a dichos gustos exóticos, una forma elegante para calificar a lo que evade a la media. En estos malditos tiempos, tan progresistas y correctos, donde las acusaciones de discriminación parecen estar a la orden del día, éstos son los luchadores que, a pura sangre, ratifican su compromiso elitista y se enfrentan a todo prejuicio y temor para afirmar su gusto por una forma bella y desafiante de sexualidad sin necesidad de agregarle a sus comentarios el típico y mediocre yo sé que sólo es mi gusto y no quiero ofender a nadie. No estoy hablando de la mediocridad del mundo vainilla lo que sería más que obvio sino de la mediocridad que leemos y compartimos en nuestro pacato y moralista mundo BDSM local.

   Me resulta muy saludable y placentero poder contar a mi lado con este verdadero batallón de sumisos valientes dispuestos a la lucha sin cuartel contra la mediocridad sexual y el sado descafeinado de los que, por ejemplo, pretenden convencerme de que a la hora de excitarme con una mujer a la que imagino sumisa, su belleza estética no debe tener importancia porque lo que vale es ser buena persona. Que lo importante en un sumiso no sería su capacidad para darme placeres sino su entrega y sus cualidades personales. Yo contesto que las buenas personas me agradan, pero no necesariamente me calientan.

   En cambio, estos masturbadores indómitos conservan la inocente perversidad del deseo sexual puro y virgen. De la relación estímulo–respuesta que no está contaminada con ningún condicionamiento social, comunitario ni ético. Se trata de la respuesta de los sentidos ante los llamados de la sensualidad, la respuesta que no se enturbia con dialécticas ni academicismos. Sólo vale su propia calentura, sólo califica la erección o la mojadura. Para ellos, cuando me observan o me leen, cuanto más sádica, promiscua, oscura y morbosa, mejor.

   El sabor de su lucha es tan fuerte que siempre van a encontrar tiempo y ganas para escribir líneas de deseo o admiración a sus Diosas fetiche, reales o imaginarias, soñando con encontrarse en el lugar justo, en el momento justo, con esa bella y desafiante dama que, con una sonrisa maléfica, los transporte sin rodeos a la patria de su fantasía. Para cualquiera de ellos, la mayor victoria sería encontrar a a su domadora y rendirse ante ella. En esa rendición tan deseada, en ese momento único frente a su vencedora, ellos serán los grandes vencedores porque nunca aceptaron ceder ante la mediocridad imperante y prefirieron, en silencio y soledad, construir el más bello templo de ilusiones y fantasías para que sólo sea ocupado por aquella mujer especial, digna de ese pedestal. Aunque Ella sólo lo ocupe por un momento, ese momento inolvidable de sus vidas.

   A ellos, mi admiración y mi aplauso.

Usted querrá decir que el individuo que se levante contra la organización social será expulsado, marcado con un hierro candente, lapidado. Muy bien. Yo me burlo de ello, mis máximas son paganas, quiero seguir mi vida. Renuncio a vuestro hipócrita respeto, y marcho adelante para ser feliz.
Wanda.
La Venus de las Pieles (Leopold Sacher Masoch)










jueves, 26 de julio de 2012

Gianluca Mattia y las Pin-ups de la era digital

    Gianluca Mattia nació en Bari, Italia, en 1975. Empezó trabajando en diferentes estudios en Italia en los sectores de videojuegos, arquitectura, ilustración y hasta vídeo. Sus primeras ilustraciones representaban criaturas de diferentes géneros, pero es en pintura digital y diseño gráfico 2D y 3D donde realmente comienza a destacarse. En el 2003 diseña el género de las pin-ups de aspecto moderno, con unas imágenes sexies y provocadoras de gran belleza. Me enamoré de sus girls y decidí que no podían faltar en mi página.































 













































domingo, 22 de julio de 2012

Veinticuatro siete


  Faltan dos días para el 24 de julio. El tan remanido 24/7 de las comunidades BDSM que significa por su propia definición que dominante y sumiso están envueltos en una convivencia cotidiana. Hace doce años que mi sumiso y yo convivimos, tenemos hijos y un hogar en común. A muchos de nuestros amigos los hemos conocido en ambientes BDSM y ellos pueden dar testimonio sobre nuestra forma de vivir la dominación y la sumisión basada en el amor de la pareja.

   La construcción cotidiana de una relación Femdom implica para mí definirnos como viajeros. No en el espacio ni el tiempo sino hacia el interior de nosotros mismos y de la pareja. Alguna vez acuñé el término sadonautas. Aventureros, exploradores de nuevos mundos. Si hay algo que me moviliza (y lo he escrito en una anterior columna) es atravesar el puente que nos conduce a la Isla del Deseo. Pero qué ocurre si al cruzar no encontramos los placeres con que nos ilusionábamos? Qué nos pasa si recorremos kilómetros y kilómetros de vida juntos y no encontramos las pasiones que esperábamos? Siempre existe el riesgo de que la llama de las pasiones, ardiente y devoradora en los comienzos, se vuelva tenue y las Amas y sumisos no somos excepciones. Las Amas esposas no podemos descuidarnos en ese aspecto. Así como disfrutamos de la sumisión enamorada de nuestros esposos, debemos ser conscientes de que el timón está en nuestras manos y Nuestras son las decisiones fundamentales.

   Mi sumiso suele decir que la característica unificadora de los sumisos 24/7, más allá de gustos y fetiches, es la necesidad de embelesarse en la adoración de su Diosa. A ellos no les alcanza con el placer del sexo o la convivencia amorosa con su mujer. Necesitan adorarla y yo agrego que ellos además necesitan que Nosotras alimentemos esa adoración. Si no sabemos provocar ese embeleso, si no trabajamos en alimentar el fuego de la adoración, ni siquiera la mejor de las compañías, sexo, inteligencia, camaradería o bondad podrá compensar esa carencia. Ese embeleso, esa adoración trovadoresca, ese romance constante que provoca tanta envidia en otras mujeres porque ven a un hombre tan devoto y enamorado como si cada día fuera el primer día, no tiene muchos misterios: se basa en un diálogo franco y abierto y en una sexualidad sin tabúes alimentada por el poder de la seducción femenina.

   Seducir y escuchar. Yo nunca me cansaré de agradecerle a mi esposo y a todos los demás hombres sumisos por abrirme las puertas de la percepción para poder gozar de su hermoso mundo fetichista. A través de los años, he fortificado mi poder sexual en base a lo que he recibido de ellos y a la seducción cada vez más fuerte que emana de Mí. Yo nunca me hubiera atrevido a ingresar en el fascinante mundo de la humillación sádica a través del cuckolding si no hubiera tenido la fortuna de estar casada con un marido sumiso decidido a romper todas mis resistencias iniciales, convencido él de los goces que me esperaban del otro lado del espejo. Tuvo razón. Tampoco me hubiera convertido en una apasionada coleccionista de guantes largos y de botas altas de no haberlo tenido a él a mi lado para comprármelas y transformar en un delicioso fetiche lo que antes era un simple gusto estético. Y así podría seguir....

   Entiendo a la naturaleza masculina como eminentemente activa, necesitada de traducir sus pensamientos en acciones. La sumisión de un hombre es una acción sobre el estímulo que reciben de Nosotras. Al estímulo correcto, ellos siempre nos entregan la respuesta correcta. Muchas de esas fantasías que los hombres suelen proponer como fundamentos de la dominación femenina y que sus esposas suelen descartar, son maravillosamente estimulantes y positivas, especialmente para las mujeres. A veces me pregunto, al ver tantas parejas frustradas por el pétreo vainillismo femenino que suele venir después de años de matrimonio y crianza de hijos, qué diferente sería todo si ellas abandonaran aunque sea por un momento sus prejuicios hacia determinadas prácticas y se propusieran acompañar a sus maridos en un viaje de exploración por su dormida sexualidad, por mundos desconocidos, aunque sea para ver qué pasa. Todo sadonauta alguna vez fue nada más que un tímido explorador.

   







lunes, 16 de julio de 2012

Tacos altos de charol: yo me animo




   Una zapatería en el centro de Buenos Aires. Varias mujeres cualesquiera. Siendo más precisa, varias féminas embadurnadas de ropas color vainilla. Todas ellas creyendo que hoy es su día y que merecen cambiar esa abominación que llevan sus grises pies por otra abominación más cara y más vainilla.

   Sus historias son diversas y casi tibias. Todo parece alineado en sus escotes ocultos. Morochas pálidas y rubias tostadas de cama solar. La mayoría viene con su amiga de cara lavada, ropa casual, pelo llovido sin forma definida, ideas brumosas pero carácter opinante. Todo el tiempo la compradora pregunta, la vendedora gesticula su aprobación y la compañera vainilla cata la calidad de la abominación negando toda proximidad a llevárselos de una. La pobre vendedora, paciente y con bajo salario, abrumada por el cansancio y por la necesidad de forzar sonrisas, contempla la docena de cajas abiertas que solo difieren entre sí por un codigo alfanumérico de fabricante con aires de Loboutin.

   La vidriera (erguida de tanta nada), se llena de espesas abominaciones beige, marroncito (no llega a ser marrón), vainilla, coco y camel. Toda la nada junta y de diferentes precios astronómicos esperando por una procesión de pies femeninos bondadosos y asexuados. Pero algo la hace distinta a esa vidriera, hay algo especial porque ahí, en un rincón un poco escondido, yo descubro la magia del fetiche que emana de aquel objeto.

   Unas sandalias negras de charol con, taco aguja, casi infinito. Y ese objeto me quita los ojos y la respiración. Huelo el charol a través del vidrio grueso, ese charol que veía de pequeña en las carteras de la abuela. Esas agujas que parecen nacidas para espadear pechos masculinos. Esos herrajes que fluyen entre las uñas espinas. Son míos antes de comprarlos. Ellos nacieron del gesto humilde de algun anónimo duende zapatero sentado en una mesa con delantal azul, con leznas, con trinchetes, con hileras de hormas, rollos de cuero de diablos, destinados únicamente a complacer a una diosa. Y sólo queda encontrar el par y no me importa el maldito número. 

   Lleno la entrada con mi presencia en el local abarrotado de cacareantes compradoras de la nada. Y siento el pecho lleno de miradas como piedras en agua llana. Soy fuente de todo comentario pues no dudo en encarar decididamente a tomar Mi  objeto del fondo de la vidriera (pese a que no está permitido tocar la mercadería) y decir Buenas Tardes al vendedor. El ya me ha reconocido, cómo no, si fui la única mujer que se llevó las botas bucaneras de taco alto el invierno anterior, las que nadie llevó pese a las predicciones de los expertos este año las botas se usan altas.  Con voz clara y firme, pido (no necesito exigir) Traeme el otro, por favor. Ni siquiera se atreve a preguntarme la numeración, pues ya Me estaba quitando los que llevo puestos, de estilo parecido, los que el resto de las mujeres presentes consideran despectivamente como zapatos de puta. El me sonríe y me contesta será un placer, diosa.

   Me lo trae, como paje con zapatito de cristal en almohadilla de pana imaginaria. Y el objeto deseado, ahora sí completo, derecho e izquierdo, fluye en Mis anhelantes pies. Hay una falsa aureola de alegría sincera porque él sabe y yo sé que algunas de ellas se lo prueban mentalmente conmigo. Ellas desean que Yo sea la Cenicienta de la calle Florida. Suspiran, piensan, alguna quizás piensa en su marido que, si estuviera, me miraría con deseo al verme pavonearme, sensual, por el local, encaramada en mis nuevas sandalias de charol negro mientras que la nada que ella compra pasará desapercibida en su closet, entre tanta otra nada carísima e inútilmente asexuada, como pasa desapercibida ella misma que es la nada entre otras nadas porque ella es gris y beige, se viste de gris y beige y  toda su vida sexual es gris y beige y así son todas.

   La más próxima con la brusca voz de yo la verdad que no puedo, ante la sonrisa del vendedor, entre las espesas pilas de cajas desordenadas, se atreve a  preguntar lo que todas no se animan a responder  Cómo te animás a usar esos zapatos?  La encargada del local con aires de jefa superada confunde el aire y exclama en tórrido tonito: Seguramente tendrás una fiesta,no?. 

   Sonrío y recurro al gesto de gatuna más odiosa, le señalo con un gesto  la ventanilla de la caja a mi sumiso marido para que vaya pagando, y ahí va él, con cara de resignado (pero regodeándose ya desde antes que yo entre), y con sonrisa desdeñosa  contesto  Me animo a usarlos porque el fabricante los hizo para mí, ah y  la fiesta? la fiesta soy yo!

   Para una historia real,  nada mejor que ilustrarla con una fantasía,y que mejor que elegir una del maestro de las high heeled pin ups,  Bill Ward.




lunes, 9 de julio de 2012

Los Ornamentos de la Profana Hermandad






   Abro uno por uno los cajones en donde atesoro mis más sagrados ornamentos. Medias, corsets, soutiens, lingerie. Todo es nylon, seda, encajes, lycra, raso. En la parte superior de mi vestidor, los zapatos de taco alto; en su placard, las botas esperan en sus cajas.  El cuero luce por todas partes: en su barral, las faldas; en otro, las chaquetas, ordenadas por color. Pieles, sombreros y guantes. Carteras, boas y fustas. Una mujer sensualmente dominante sabe como realzar sus atributos, sabe como seducir, sabe elegir sus armas correctas de acuerdo a la noche y sobre todo, siempre supo de la importancia de la vestimenta fetichista para resaltar el poder que emana de Ella. 

   Siempre es interesante remontarnos a nuestra propia historia para saber de dónde viene esa pasión por las prendas fetichistas, esa pasión compartida por Amas y sumisos que tanto nos place recrear y que tanto critican aquellos que sostienen estrategias de dominación basadas en otras razones, en otra ética.....como si las más irracionales pulsiones eróticas necesitaran de razones o éticas para cruzar el puente hacia la isla del Deseo.

   Si pienso en mis propios recuerdos, en mis propias experiencias, tengo que remontarme a aquellas mujeres poderosas de la televisión de los años ‘70, divas con aura fetish y cargadas de sex appeal.  Linda Carter era la Mujer Maravilla y llevaba un fabuloso traje que exaltaba su belleza. Julie Newmar, reina fetiche con sus botas, su látigo y su máscara, la mas sexy Gatúbela de todas las que alguna vez torturaron al pobre Batman. Algunos shows de Raffaella Carrá con su flequillo asesino y la inolvidable Olivia Newton-John en su transformación en el final de Grease...y no recuerdo mucho más. Farrah Fawcett también fue un ícono en aquellos años pero su personaje representaba otro tipo de mujer poderosa. Años después, en mi adolescencia, el ciclón Madonna atravesó mi vida, y la de muchas chicas de mi generación, dejando huellas imborrables en mi joven sexualidad. Con mi personalidad dominante ya firmemente establecida, fueron esos seres maravillosos y sensibles, los sumisos fetichistas, quienes me abrieron de par en par las puertas de los secretos templos de sus fantasías y así pude conocer a sus sacerdotisas sagradas y aprender de ellas. Por eso sonrío cuando leo en los foros BDSM tantas críticas hacia ellos (no son más que pajeros). Mi infinito agradecimiento hacia ellos por ser tan pajeros, ojalá nunca cambien.

   Pienso en las chicas jóvenes que se sienten atraídas por este mundo de maravillas como me sentía yo, quizás sin saber cómo ni porqué, pero relacionando instintivamente el placer de la estética con el sensual poder de lo femenino. Las cualidades de una personalidad dominante podrán ser independientes del atavío pero para esa Dómina que se inicia, las armas de la estética fetish son de una ayuda sin igual, tanto para excitarse como para sentirse segura en su rol. Ese atuendo es el free pass que nos permite entrar a un mundo mágico pisando firme porque al adornarnos como Dominatrices clásicas, nos convertimos en herederas de una tradición. Amas y sumisos sesionamos y gozamos en nuestras dionisíacas celebraciones y recreamos a las antiguas Diosas y anunciamos a las que vendrán después de Nosotras. Cuando visto mis adoradas ropas fetichistas, mis ornamentos ceremoniales, hay algo que me trasciende, que me une con mis Hermanas de otros tiempos y otros lugares. Es más que una caricia sensorial, es también  una experiencia espiritual. Siento ser parte de una logia, de una profana hermandad. 

   Porque así Ellas son YO y yo soy ELLAS.       


  




Tricia Helfer y Lelee Sobieski en Walk over me

jueves, 5 de julio de 2012

Morochas Argentinas

   A mitad de semana, no estoy con demasiadas ganas de escribir. Pero sí de compartir mis fetiches de la mano de un segundo calendario fotográfico. El mes pasado presenté el Calendario Leopoldiano, doce bellas divas envueltas en pieles. Hoy les llegó el turno a otra de mis pasiones: las morochas argentinas que desde mi adolescencia siempre fueron las sensuales promotoras de mis perversas fantasías lésbicas. Y no puedo dejar de incluir, aunque haya nacido en el Uruguay,  a nuestra Natalia Oreiro, la más sexy y exquisita pinup de estas latitudes.

   

Enero. Carolina Peleritti.


Febrero. Moria Casán


Marzo. Laura Fidalgo



Abril. Verónica Varano.




Mayo. Isabel Sarli






Junio. Pamela David




Julio. Julieta Ortega



Agosto.  Zulma Faiad




Septiembre. Isabel Macedo


Octubre. Cecilia Milone


Noviembre. Marixa Balli



Diciembre. Natalia Oreiro

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