viernes, 20 de septiembre de 2013

Femdom, rock and roll y verdades



   Muchas veces el temperamento me traiciona. No puedo evitarlo. De tanto en tanto, mi esposo sumiso y yo nos vemos envueltos en discusiones y contrapuntos con aquellos que pretenden ser las autoridades locales en temas de BDSM. Noto que las cosas han cambiado para peor: en los últimos tiempos se han puesto más políticamente correctos que nunca. A veces pienso en que realmente somos culpables y merecemos la hoguera. Pero generalmente nos limitamos a compadecerlos, observándolos en su desesperación por hallar una bandera y una causa para darle algún sentido a sus vidas vacías. Para ellos, el Femdom que escapa a su moralina social no es más que una película de dibujitos animados. Una fantasía que entretiene un rato hasta que llega la hora de la verdad, la hora en que ellos deben entrar a escena con su BDSM cargado de técnicas consensuadas e ideales de justicia.

   Seríamos muy bienvenidas si nos limitáramos a cumplir con lo que se espera de nosotras: lindos personajes fetish que decoramos las fiestas del ambiente mientras las ganancias se las llevan otros. Mucho mejor si además, entre fiesta y fiesta, siguiéramos las pautas establecidas a la hora de dominar. La norma correcta, la conciencia colectiva establecida, la lucha por los derechos, la enseñanza moral, las causas nobles que deben guiarnos. Y si queremos escapar de esos bondages dialécticos y aburridísimos en los que pretenden atraparnos, mejor que nos dediquemos a contar historias fantásticas de dominación y sumisión. Qué mejor que describirme a mí misma como una de esas heroínas Femdom que dibujaba Sardax, una despótica reina cruel en su mansión principesca con esclavos encadenados en los sótanos. Si me pavoneara con que vivo todo el día en tacos altos y que sólo tomo champagne mientras viajo en limousine, para ellos sería inofensiva e incluso hasta les caería simpática. Es lo que se espera de una dómina, es la parte que nos toca en el show del BDSM montado por los amos y señores.

   Pero no.

   Somos realidad. Muchos nos conocen. Somos humanas y creíbles. También lo es mi Femdom doméstico al que proclamo como mi estilo de vida. El mío es un testimonio, no una fantasía. Yo testimonio que una mujer dominante, bisexual y erótica, de guardarropas sedoso y sensual, fantasía de todo fetichista, puede ser aquella que lleva una vida agradable junto a su enamorado sumiso que se dedica a complacerla y no tiene porqué ser una prostituta de alto nivel con físico de topmodel y totalmente inaccesible para el hombre común. Puede ser tu vecina. Una mujer como tantas otras.

   Dejame contarte además que las cuckoldress existimos. No somos la fantasía calenturienta de un montón de pajeros de Internet. Por lo tanto, los maridos cornudos también existen. Y no les interesa empatar el partido a través de un intercambio de parejas o un trío con dos mujeres. Tampoco les interesa tener como ama a una servidora de fantasías masoquistas consensuadas. Son hombres demasiado exigentes para conformarse con los goces prefabricados típicos del BDSM convencional. Su exquisitez no les deja opción: su sueño y su goce es someterse a una diosa del sexo que los condene a satisfacerla de todas las formas posibles, sin límites. Ellos son los tramoyistas que oscura y opacamente, custodian que todo marche bien. Nos cuidan, nos llevan y traen, nos complacen en todos nuestros caprichos sin pedir ninguna contraprestación. Nosotras brillamos y gozamos por nuestra propia condición pero también gracias a los eficientes servicios de nuestros fieles.

   Andrew Loog Oldham fue manager, publicista y productor de los Rolling Stones entre 1963 y 1968. Los vió tocar en un destartalado hotel en las afueras de Londres cuando apenas eran un ignoto grupo de chicos con ínfulas de puristas del blues y tuvo la genial intuición de que lo que estaba viendo esa noche era la mitad de lo que Inglaterra y el mundo necesitaban (la otra mitad ya había llegado desde Liverpool). "No cambien nada, lo tienen todo. Creo en ustedes, simplemente déjenme usar eso". Les dije quienes eran y ellos se convirtieron en eso.

   Nosotras y nuestros leales y adoradores sumisos que han descubierto el supremo placer de dedicar su vida y su sexo a servirnos, sabemos que lo que vivimos y contamos es una verdad. Aquella noche lejana, frente a aquel escenario, Oldham también supo que estaba frente a una verdad. Porque el rock and roll y el sexo tienen algo en común: el tiempo se encarga de acomodar las verdades en su lugar.

domingo, 15 de septiembre de 2013

La ancestral tentación de la femineidad





  Ven, querido, tú no eres tan malo como crees. El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia.

   William Shakespeare

   Esta entrada tiene un alto contenido sexista y estereotipador porque presenta el rol de la mujer y del varón con óptica FemDom y con una visión altamente subjetiva. Es desde ese punto de vista que debe ser leída. Interpretada desde otro ángulo, es posible que no sea comprendido el significado del poder erótico como movilizador de los deseos y sentimientos del varón. No tengo la intención de avanzar sobre otras formas de sexualidad porque ésta es la realidad que conozco, vivo y disfruto.

   Hoy voy a referirme al deseo primigenio, existencial, fundacional en la historia de la humanidad. Ese deseo está ritualizado culturalmente en un episodio mitológico: la manzana del Génesis. Ese deseo parece haber condenado a los seres humanos a la mortalidad y a las privaciones. Ese dejarse caer en la tentación es lo que nos ha colgado a las sucesoras de Eva el carácter de agentes provocadoras causantes de desastres. Somos las hembras humanas, adultas y con nombres propios, las tentadoras, las embaucadoras, las que debilitamos la voluntad del solitario macho humano. Ese varón del que no se conocen muchos detalles, pero no puedo evitar imaginarme su cara y su actitud al decir sí, muñeca, dame lo que quieras darme. Te daré todo lo que necesites, sólo con la condición que no dejes de pedírmelo, ordenármelo o insinuarlo de esa forma, con esa sonrisa y ese revoleo de pestañas.

   Y se dice que ese acto, esa pregunta y la forma de ofrecer esa manzana, más la sumisión absoluta del padre de todos los padres son los causantes de nuestra muerte. Desde mi adolescencia, me confieso como una habitual ofrecedora de frutos del árbol del bien y del mal. Frutos que reparto a mi antojo y a mi criterio. Si el fin justifica los medios, la verdad es que no lo sé y tampoco me detengo a pensar el porqué.

   Pero que pasa si yo, por alguna causa dejo de ofrecer la manzana? Están los Adanes preparados física y emocionalmente para no ser las víctimas únicas y directas de los supuestos abusos de Eva? Sería la diminuta serpiente de su entrepierna capaz de superar la falta de alegría y diversión que le provocan los impulsos de su Señora semidiosa cuando deliberadamente lo corrompe y lo hace vivir por fuera de lo pactado con la voz del Gran Jefe? 

   Conozco la influencia lujuriosa que el mundo femenino ejerce en su entorno. Este sitio que he creado, desborda de pistas y sobreentendidos acerca del enorme poder de esa influencia que suele manifestarse sobre el demandante e ilimitado deseo masculino. Apenas con el mágico esplendor de un escote y una sonrisa de labios húmedos, se pueden lograr chispas eróticas que inicien la hoguera. Pero que pasa si yo decido no abusar, no pisotearte, no humillarte, no sissificarte? Que pasa si de pronto me detengo, si me siento cohibida  ante la enorme cascada de descalificaciones que suele llover sobre mí…sexista, abusadora, manipuladora, o la que más nos cabe a las hispanas…calientapollas. Sé que poseo la manzana. Pero….

    Ella puede ser indiferente. Indiferente. Ella se levanta sin usar su cetro, sin gestos. Ella es fría, no lo mira. Peina su cabellera sedosa en silencio. La distancia y el desapego ahorcan y aprietan. Ella se mueve sin mirarlo, él la ve ir y venir sin pasión, sin lujuria. Él está sano pero está muriendo, parece que buscara a la misma Parca, antes que seguir padeciendo la ausencia del ofrecimiento pecaminoso. Su maldición sería vivir para siempre sin la tentación de aquel pecado. El delicioso pecado original. Él no puede ni quiere autoabastecerse porque él busca su fruta. Es el dueño del paraíso por herencia directa, tiene leyes, criaturas y océanos por recorrer pero no le encuentra un propósito a su papel primordial en la santa creación. Él es fuerte, pero no se siente así. Él es bueno pero preferiría perderse y que una hechicera lo envuelva en su embrujo. Pero esta Eva no quiere ser su Ama.

   Esa tentación es la más antigua del mundo. La más deseada. La que muchos intentan eliminar del juego cuando hablan de la deconstrucción del género y fracasan estrepitosamente. La que a veces se paga con mucho dinero puesto en mesas de luz, la que llevó un ejército hasta Troya, la que tira más que una yunta de bueyes, la que escucha, la que se ríe, la que se acaricia la entrepierna y te ofrece la manzana. Si Nosotras dejáramos de tentar al varón, si ocultamos las manzanas, si no lo tentamos, si lo ignoramos hiriéndolo sin matarlo, es muy probable que no tenga más que pactar otra vez con la voz del Jefe. Y seguramente le dirá  No necesito una compañera: Quiero a Eva y que Ella me ofrezca aquella manzana!


martes, 10 de septiembre de 2013

Educación o sexo?


   La necesidad de aplicar castigos es otra de las grandes cuestiones que suelen recorrer el mundo del BDSM. No me refiero al castigo como fantasía, al azote excitante, al castigo humillante físico o verbal que recalca la abismal diferencia entre los roles y que por esa causa es tan deseado por ambos. Me refiero al castigo del domador para encarrilar a la leona que desobedece. El desafío de la sumisa rebelde que te mira de reojo a ver si serás capaz de doblegarla.

   Analicemos de que se trata: un adulto que ha asumido un rol dominante en una relación castiga a otro adulto que ha asumido un rol sumiso y no ha cumplido con las expectativas o ha cometido una falta. Entonces, de qué estamos hablando? De excitación sexual o de educación? Si hablamos de educación, sería interesante pensar si somos dominantes para gozar de nuestro poder o somos docentes con responsabilidad sobre el comportamiento de otra persona.

   El castigo..puede ser parte de una relación entre adultos responsables? Hay una relación D/s cuyo último fin no sea el sexo sino la educación?

   Si hablamos de educación, quiénes somos para educar adultos? Que capacitación tenemos y donde la obtuvimos? Si tenemos una misión docente y educativa sobre otra persona, es válido terminar la relación si no nos satisface o estamos ligados por una responsabilidad o una tutoría?

   Mi punto de vista es que la mitología del castigo ha sido creada, no por mentes perversas que fantasean con la institutriz inglesa que los castigue por sus travesuras y sus pecadillos sino por masters muy creídos de sí mismos que predican un BDSM que es un camino de vida en donde a ellos les toca administrar los conocimientos y corregir los desvíos a sus enseñanzas. Dichos masters cuentan por supuesto con la inestimable colaboración de muchas grandulonas que la juegan de eternas adolescentes y se exponen, no como mujeres sexuadas adultas responsables de sus actos sino como objetos de pupilaje que por propia voluntad, han delegado toda responsabilidad en lo que atañe a su sexualidad.

   Los castigos en mi Femdom tienen una clara connotación sexual. La irrefrenable libido se desboca y es necesario aplicar correctivos. No hace falta decir que tanto el desboque como el correctivo son parte del juego y suelen ser muy disfrutados por ambos. La sensual castigadora es muy diferente al maestrito con su librito bajo el brazo. Si el sumiso no exhibe la correcta conducta frente a su Dominante, que placer hallaría Ella en castigarlo? El jueguito histérico de cometer faltas para de esa forma recibir el castigo y así llamar la atención provoca un doble desagrado: primero, la falta cometida y luego, tener que hacerse cargo del castigo.

   La vida me ha bendecido con maravillosos hijos a los que debo educar con amor y responsabilidad. Pero me niego rotundamente a educar a adultos. Mi dominación es un placer sexual, no una responsabilidad. Que suerte que por ahí pululan tantos masters responsables para educar y hacerse cargo de tanta gente grande que necesita ser educada.




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