martes, 11 de marzo de 2014

Estropeada. El alma del BDSM



   Esta puede ser una de las columnas menos glamorosas que haya escrito jamás.  Por eso no lleva ninguna ilustración, de esas tan bellas que suelen engalanar mis páginas. Esta entrada en particular no la merece porque trata sobre la miserable visión que tengo sobre  varias (demasiadas) mujeres que confluyeron conmigo en foros BDSM, ambientes swinger y varios sitios similares en donde tienden a reproducirse.

   La musa inspiradora de hoy es entonces la reina Estropeada. Este cisne gris del BDSM es una de las más recurrentes formas que puede tomar el amor deformado. Es la eterna perdedora, la que le toca siempre por su destino intransigente el banco de suplentes, la denunciante perpetua de injusticias varias. Ve la fiesta de las otras siempre desde afuera, las suyas nunca terminan de concretarse, es la militante del beige y del gris. Cree que el sado nace a partir de su masoquismo, idealiza su entrega, el Femdom clásico nunca está de su lado y la elegancia femenina es una cosa antigua y pasada de moda. En los dominios averiados de esta soberana, abundan las quejas sobre el comportamiento ajeno (y feliz). Le gustaría, como no, que un hombre se jugara por ella en una relación pero a la vez detesta al varón biológico porque no suele comportarse de acuerdo a lo que ella han pautado. No, no se confunda el lector, tampoco es lesbiana.  Su rota vida de fracasos no le permite darse el lujo de dejarse llevar de la mano de los goces y los placeres sexuales del sexo entre mujeres. 

   Estropeada tiene una absurda y confusa personalidad vainilla–sado. Va y viene entre diversas personalidades, nicks y roles. Afea su perfil a propósito porque es una de sus formas  favoritas de rebelarse contra su destino de mujer. Es desganada y adormecedora en su cuestionamiento constante contra las mujeres que disfrutamos de nuestro género y lo utilizamos para animar la vida. Sus amores e intereses son aburridos como ella. Desesperada por figurar, suele buscar una especialidad dentro del BDSM y se vuelve tediosa en su infatigable búsqueda de que todo hecho o idea confluya en dicha especialidad. 

   Y allí va la emperatriz de la mitomanía. Sus aliados siempre fieles suelen ser Sumiso Ficticio, Amo Oh Rey Todo Omnipotente, algunas chicas recién salidas de la adolescencia que la admiran por su rebeldía prefabricada y esos conflictivos tipos que suelen pulular en las páginas BDSM y a los cuales ninguna mujer medianamente segura de sí misma les daría cabida. Esta majestuosa ruina tiene reservada para ellos su putez proclamada pero inapetente y su intelectualidad quejosa. El mundo de Estropeada es ideal y complementario para un sumiso ficticio, ese capo del fastidio especialista del versos en los foros y los lamentos porque la sociedad que no lo comprende ni lo valora como él cree que debería serlo. 

   La reina supera siempre a su reino porque ella es más que todo pero nadie todavía se dio cuenta. Pero ya llegará, inexorable, el día de su triunfo. Porque ella es casi eterna, se cambia la edad y alardea de sus juguetes de cuero que no seducen a nadie. Es educada pero la juega de nena rebelde. Engrupe con ser ginarquista y/o feminista (uno de sus clichés favoritos) pero odia a las mujeres que gozamos de la vida, tanto sexual como maternal. Tener hijos, si los tiene, es un fastidioso detalle en su vida. Una carga cada vez más persistente e irresoluble. Una rancia acidez estropea sus discursos en donde pretende hacer valer un fresco y juvenil romanticismo de centro de estudiantes. 

   La autoestima no ha hecho un gran trabajo en esta tardía realeza. Tiene un discurso de ganadora de la nada. Intenta asumir los roles que admira pero le salen mal. Se queja de que el mundo es un lugar inhóspito para reinar. Tiene delirios de abeja coronada, pero es alérgica a la dulzura de la miel. Y entonces Estropeada se enamora del corrompido, del pesado, del manipulador. Se juega el poker de ases por centavos de cafeterías berretas y ramitos de fresias vendidas en semáforos. Es la pobre muchacha de más de treinta con ojos de niña mal querida por su mamá quien seguramente transfirió demasiadas frustraciones a su hija. Estropeada no espera al principe azul pero tampoco se hace desear por nadie. Es la tendenciosa destructora de toda fantasía femenina de felicidad y amor. Si no hay para ella, no debe haber para nadie.

Corolario

   Será que algún día el BDSM se liberará de la lágrima, volverá al sado y se montará en la sonrisa de Bettie?

   O seguirá viviendo en la victimización tras un ciber tablero 4.0 y denunciando la felicidad ajena?

6 comentarios:

  1. Es muy pero muy genial!!

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  2. Jo Mistress...te has superado.
    Enhorabuena ¡

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  3. ATERRADORA LUCIDEZ

    nini

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  4. Muchas gracias a los tres.

    Y a soñar con el día en que nunca más tenga que escribir columnas como ésta

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  5. Parece que aquí te has desahogado.

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