domingo, 18 de enero de 2015

Santa Pacata


   Santa Pacata nunca entró a un hotel alojamiento, a un motel, a un telo. Eso es de puta y a ella no le gusta pensar que pueda ser considerada puta por alguien. Se pierde de sentir la brisa a la salida de un motel, con la sonrisa de bien cogida, después de transpirar la vida y ducharse fugazmente. Pero no le importa. No tiene ganas. No puede. No se le moja. 

   Santa Pacata apareció en mi vida social cientos de veces. Creo que ya no la soporto más. Ella tiene una falta de vibra y lo exhibe explícitamente a sabiendas que yo vibro al compás de la sensualidad. Esta fotógrafa de la nada aumenta mi desinterés por sus bromas de doble sentido que ni ella se cree. A veces se asoma a mi vida por algún chisme porque Santa Pacata es masoca de la serie de chismes sobre Mi vida.

   Santa Pacata es fea, aunque su natura puede ser bella pero ella hace todo lo necesario para afearse. Cuando me encuentra, hace todo lo posible para enfrentarse con mis conceptos absolutos sobre la femineidad, la maternidad, la virginidad, la fidelidad, la sensualidad y la masculinidad. Pero no me da un fundamento. Me tira frases de fórmulas muertas. Hasta para eso es austera y sencilla aunque se vista de dorado para la cena. Camina con calzado flotante y  creo que es por esto que más la odio. Tiene la posibilidad económica de adquirir el mejor zapato del ramo elegante. Pero no. Ella está liberada de la elegancia y prefiere agredirme con su dejadez y usa el flotante porque ella no es como yo, ella es superada. Sus pies no están hechos para pisar alto y firme; ella arrastra sus pies por el piso brilloso del salón donde ocurren las cenas y exhibe con fervorosa militancia la haraganería imperdonable de ser así a propósito, porque el mundo no te hace así, de estar siempre de espaldas a la moda, a la elegancia, a la sutileza, al ornamento, a la sensibilidad de la hebilla de un charol, del cierre de un par de botas, del clicketeo de un taco aguja, al amor de un zapatero aplicando strass a la curvatura del empeine de un femenino zapato de salón. Ella prefiere el morral lanudo y hippie a la cartera de cuero. Hace rato que dejó atrás sus rebeldes e idealistas quince años aunque cuando actúa con esa falsa inocencia, parece una adolescente.

   Santa Pacata molesta diciendo a cada rato sus muletillas Yo no quiero molestar pero... Yo no quiero meterme pero...Es de culposo puritanismo. No muestra su escote, parece no tener tetas. Las tiene pero no las muestra porque según ella son tetas de madre. La maternidad parece envolverla en un halo santificador. Tampoco muestra sus piernas, parece no tener rodillas. Envolverlas en nylon es una molestia. No muestra su sonrisa más que tímidamente, a veces parece no tener boca. No tiene melena ni cabellera ni corte, su cabello es aplastado como cono de arcilla que nunca llegará a ser jarrón.

   Santa Pacata no es ni la bruja ni la fea del cuento. Ella es la canastita, la aldeana, la secundaria, la desteñida. Todo en ella la vuelve la antimusa. No goza la comida y la bebida: los sufre porque no se permite ningún placer sensorial. Sus especialidades son los souvenires de casamiento, las dietas y la investigación de la sexualidad ajena. Siempre aparenta enfermedades y parece tener todos los remedios posibles para todas las dolencias. La naturaleza la castiga haciéndole procrear hijas a las que primero pretende educar, luego reprimir y con las que finalmente termina compitiendo. En cambio sus hijos son los príncipes y sufre por anticipado sabiendo que cuando sean hombres, sus deseos sexuales y amorosos nunca irán por la vía que ella pretende fijar.

   Santa Pacata no tiene problemas en leer la Vogue o la Harper's Bazaar. Las mira con el aire desentendido con que se observa algo lejano y ajeno pero se ruboriza cuando hojea la Cosmopolitan. Lee a escondidas la trilogía de Grey. Algún día se atreverá y su  marido podrá comprarle las esposas de peluche. Algún día...




                                                

6 comentarios:

  1. Brillante como siempre!!
    Que tenga una felices vacaciones !
    con el respeto y el afecto de siempre
    Commendatore

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  2. Gracias Commendatore! Ya estoy de vuelta

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  3. Es genial la descripción!!! A mi mente corrieron las imágenes de las santas pacatas de la escuela de mis hijos, mis ex compañeras de secundaria que volví a ver en el obligado reencuentro por tener face, las mamas del club, las compañeras de oficina que tienen su escritorio lleno de las fotos anuales de los hijos , y mientras esas imágenes llegaban, mi cabeza recordó mi corset de cuero, mis botas, y mi placard sin flotantes, chatitas, zapatillas, o algo que a lo sumo parezca plano. Me encanto como siempre!

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    1. Vos y yo somos una especie rara, Helena. Las pacatas abundan y nos tienen rodeadas, hasta en el BDSM.

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  4. Si, Mistress Roxy, las pacatas nos rodean, inclusive en el mismo Bdsm. Cuando digo que me hubiera gustado ser vedette, ya que yo admiraba a Nelida Lobato, las plumas y bajar escaleras sintiendo las miradas sobre mi, me miran como si dijera algo demasiado pecaminoso. Somos un raro tipo de mujer, pero somos felices en nuestro mundo.

    Helena de Troya

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    Respuestas
    1. Ah, mi hermosa Helena, quien de nosotras no soñó con ser Nelida Lobato? Qué mujer maravillosa!

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