Odio la mediocridad
Freddy Mercury
Mi estilo de dominar, tan
genuino como personal, y mi seguridad en lo que soy y lo que busco me han
llevado a conocer y a relacionarme con interesantes personas que podrían ser
caracterizadas como seres de gustos únicos. Me encanta llamar a dichos gustos exóticos, una forma elegante para calificar a lo que evade a la media. En
estos malditos tiempos, tan progresistas
y correctos, donde las
acusaciones de discriminación parecen estar a la orden del día, éstos son los
luchadores que, a pura sangre, ratifican su compromiso elitista y se enfrentan
a todo prejuicio y temor para afirmar su gusto por una forma bella y desafiante de sexualidad sin necesidad de
agregarle a sus comentarios el típico y mediocre yo sé que sólo es mi gusto y no
quiero ofender a nadie. No estoy hablando de la mediocridad del mundo
vainilla lo que sería más que obvio sino de la mediocridad que leemos y
compartimos en nuestro pacato y moralista mundo BDSM local.
Me resulta muy saludable
y placentero poder contar a mi lado con este verdadero batallón de valientes
dispuestos a la lucha sin cuartel contra la mediocridad sexual y el sado
descafeinado de los que, por ejemplo, pretenden convencerme de que a la hora de
excitarme con una mujer a la que imagino sumisa, su belleza estética no debe
tener importancia porque lo que vale es ser
buena persona. Que lo importante en un sumiso no sería su capacidad para
darme placeres sino su entrega y sus cualidades personales. Yo contesto que las
buenas personas me agradan, pero no necesariamente me calientan.
En cambio, estos
masturbadores indómitos conservan la inocente perversidad del deseo sexual puro
y virgen. De la relación estímulo–respuesta que no está contaminada con ningún
condicionamiento social, comunitario ni ético. Se trata de la respuesta de los
sentidos ante los llamados de la sensualidad, la respuesta que no se enturbia
con dialécticas ni academicismos. Sólo vale su propia calentura, sólo califica
la erección o la mojadura. Para ellos, cuando me observan o me leen, cuanto más
sádica, promiscua, oscura y morbosa, mejor.
El sabor de su lucha es
tan fuerte que siempre van a encontrar tiempo y ganas para escribir líneas de
deseo o admiración a sus Diosas fetiche, reales o imaginarias, soñando con
encontrarse en el lugar justo, en el momento justo, con esa bella y desafiante
dama que, con una sonrisa maléfica de labios cerrados, los transporte sin
rodeos a la patria de su fantasía. Para cualquiera de ellos, la mayor victoria
sería encontrar a a su domadora y rendirse ante ella. En esa rendición tan deseada, en ese momento único
frente a su vencedora, ellos serán los grandes vencedores porque nunca aceptaron ceder ante la
mediocridad imperante y prefirieron, en silencio y soledad, construir el más
bello templo de ilusiones y fantasías para que sólo sea ocupado por aquella
mujer especial, digna de ese pedestal. Aunque Ella sólo lo ocupe por un
momento, ese momento inolvidable de sus vidas.
A ellos, mi admiración y
mi aplauso.
Usted querrá decir que el
individuo que se levante contra la organización social será expulsado, marcado
con un hierro candente, lapidado. Muy bien. Yo me burlo de ello, mis máximas
son paganas, quiero seguir mi vida. Renuncio a vuestro hipócrita respeto, y
marcho adelante para ser feliz.
Wanda.
La Venus de
las Pieles