domingo, 30 de septiembre de 2012

A brillar mi amor


    Una querida y muy bella amiga, con quien compartimos inolvidables noches de cacerías de sumisas en los reservados de los boliches swingers, tenía la vocación de organizar fiestas y encuentros sexuales en donde casi nunca se concretaba aquello que había prometido. En cierta ocasión, su marido, que al igual que el mío apenas participaba y sólo se dedicaba a disfrutar las hazañas lésbicas de su consorte, la apartó brevemente del núcleo de conversación y le dijo: Mi amor, tratá de no hacer comentarios sobre lo que no sabés ni te pongas a organizar nada... sólo sonreí y lucite..ocupate de brillar. Vos brillá!!
   
    No voy a escribir en esta columna nada relacionado con el poder de la belleza femenina como piedra fundamental del Femdom  sino que quiero recalcar algo mucho más simple, primitivo, casi diría tribal: el goce compartido cuando el hombre lleva a una atractiva mujer del brazo en un evento social o simplemente en público.

    Sos la mujer, vos brillá.

   Recuerdo siempre esa anécdota cada vez que veo una de las películas que marcó mi adolescencia allá por 1979, Saturday Night Fever. Redescubro la actitud ganadora que tiene Tony Manero (John Travolta) al ingresar  a Disco Odissea 2001, minutos después de andar del bracete de Stephanie Mangano (Karen Lynn Gorney), una mujer madura, atractiva, diferente a las demás. Las preguntas inquisidoras de las féminas Quién es esa zorra? y la clásica Cómo lo hizo? Es un maestro! por parte de la hinchada testosterónica, representa un flash visual que no necesita explicación alguna. Quien haya vivido algo de la noche, discoteca, cabaret  o milonga da lo mismo, sabe de qué hablo.

   Uno de los pseudoestudios antropológicos que suelo hacer si la noche en la disco swinger pinta aburrida  (y en el fondo, también por sadismo puro), es apartarme de mi marido y tomar por sorpresa el brazo de un muchacho solo como diciéndole Llevame al reservado pero primero poné cara de Julio César con la corona de laureles, caminá hacia la barra e insinuá una sonrisa de gloria. El resultado no lo voy a explicar, pues las palabras me traicionarían si intento describir tan brillante imagen, que supera lo puramente visual porque se adentra en recovecos muy profundos de la libido humana. 

   Ruego no confundir esta actitud con la objetivación de la mujer o el desmedro del varón que está solo. La mía es una pincelada muy personal, casi banal y sólo representa una mínima porción de la realidad con una gran dosis de fantasía. Es una mirada, una observación de una actitud femenina, que a simple vista parece pasiva, pero que en realidad es activísima si la contemplamos desde el glamour de lo fem-estético. Cuando él es el protagonista absoluto de las conversaciones informales hablando de cosas demasiado formales, es la falda que sube por el muslo o el  escote o la sonrisa de ella (o una combinación de todos estos atractivos más cualquier otro que quieras imaginar) las que apelan a la imaginación de los aburridos invitados. Reconozco que disfruto y me divierte sanamente ese contraste de valores tan nítido y sexista pues ese contraste es en realidad, una de las causas del equilibrio en una pareja.

   Conozco a varios de los varones que leen esta columna, sé de sus valores personales y de su intelecto, muchos verdaderamente eruditos en lo suyo, socialmente valorados e impecablemente presentables, pero sé también que saben de ese sacudón emocional y erótico cuando van del brazo de una perra que solo sonríe, se exhibe, se contonea y ni necesita pronunciar palabra para brillar y hacerlos brillar. Lo saben, lo desean y no se cansarían de vivirlo.

   No sólo por mí misma, por mi sadismo, por mi placer, sino también por ellos es que tengo la sublime, deliciosa obligación de brillar. Ustedes cebarán Mi antorcha y Yo no me cansaré de ser su Cleopatra y  proporcionarles, aunque sea por una noche,  la corona de laureles.
 
   Entonces....a brillar mi amor, vamos a brillar  mi amor!

     (inspirada en Verónica, mi novia inolvidable)





miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las Señoras del Damero




   En el tablero de ajedrez, si bien es el la posición del rey la que determina el final del juego, es la dama quien tiene derecho a apoderarse de lo que desee a costo de cualquier movimiento. Todo sentido y dirección es permitido para la Señora del tablero a cuadros. Será por eso que se lo llama damero?

   A los principiantes se les enseña que, al disponer las piezas para iniciar la partida, todas se disponen simétricamente pero hay dos piezas únicas, el rey y la Dama, y es Ella quien va en su color. Quien juega con las blancas,  pone la dama en el casillero blanco del centro así como lo hace quien juega con las negras. Así es como Ellas se yerguen, majestuosas, desde el inicio del juego, marcando cada uno de los dos bandos. Cada una representa el poder de su Reino.

   En el juego, las reglas son estrictas y cada figura tiene un acotado margen de movimiento. Excepto las dos Señoras sádicas que pueden moverse a sus anchas, sin cotas ni fastidiosos límites, deambulando cual vampiresas en busca de sangre y poniendo sus afilados colmillos en las piezas que se interponen a su paso. Es innegable la tensión lúdica que se respira sobre el tablero cuando el jugador pone su pulgar e índice sobre la Señora del damero....ese instante previo a  que Ella  despliegue sus alas con la soberbia de la muchacha que se mira al espejo al estrenar su primer par de tacos altos. Y Ella en ese momento le pone otro tinte al partido porque cualquier movimiento va a ser posible y hasta parece llenar de arcoiris el blanco y negro del acartonado y previsible tablero. Frente al poder de Ella los peones se atemorizan, los caballos relinchan, las torres se hacen más bajas, los alfiles parecen rezar y hasta ese llamado rey inclina su ego ante tan alta majestad.  Sí, es cierto, hay una ficha llamada rey con coronita de cruz, pero sólo se mueve con pasos cortos, de a uno, casi sin vuelo. Ella y los demás deben defenderlo porque él es incapaz de hacerlo solo.

   Experto jugador, no descubro nada si te cuento que no hay jugada más humillante que perder tu Dama. Ella, cabizbaja y avergonzada, se sienta al costado del damero y te hace sentir toda la culpa por tu falla, mientras tu adversario siente, con sádica satisfacción, que la victoria se acerca. De ahí en más no importa tanto para el humillado un jaque mate rápido como el poder gozar la revancha de hacer sufrir a la maldita perra enemiga la misma suerte que su orgullosa vencida, vengar con el fuego de la ira a su Diosa despechada.

   Así como perder la Dama es la humillación máxima, no debe haber en el juego mayor excitación que la  coronación de un humilde peón como nueva  Dama. Símbolo del cambio de roles llevado al extremo, el peón no sólo pasa del menor rango al mayor posible sino que, placer de los dioses, se le permite cambiar de sexo. No debe haber en el mundo de los juegos una analogía más exacta de lo que el travestismo significa para tantos hombres que ese voluntario, masculino y sostenido esfuerzo de un muchacho común, un peón, por avanzar paso a paso pero con firmeza hasta el extremo del tablero de sus fantasías, ese closet – vestidor de donde renacerá como Dama con todos los atributos del poder femenino para hacer y deshacer a su entero capricho. Sádica, sensual y femenina, la novel dama apenas relampaguea como dragqueen salida del toilette y ya desea avanzar contoneando cadenciosamente sus caderas por el tablero buscando al rey opuesto para someterlo a su flamante y femenino poder.

   Jugadas, estratatagemas, enroques, tácticas, ardides, tiempos, complicidades, artilugios, lealtades, batallas, muertes, sobrevivientes, venganzas y transformaciones. En ese juego, ellas, las Damas, son las más feroces contrincantes y es por Ellas que el tablero arde. El tablero y la vida misma.

   (dedicated to my beloved friend Warren (Bunnyfurre) from North Carolina and his love for the chess game)










lunes, 10 de septiembre de 2012

Los inquisidores del porqué



   Todos fuimos nuevos alguna vez es una frase muy utilizada en los foros de sexualidad cuando se debate acerca de los errores que uno comete al intentar socializar en algún grupo que maneja una temática definida. Esta frase presupone que el novato obra de esta manera debido a su inexperiencia pero su conducta es positiva. Me acordaba hace unos días que el coordinador de Anchorena, una disco swinger de Buenos Aires, le daba la bienvenida a las debutantes parejas explicándoles en primer lugar la regla de oro cuando se trata de sexualidad: Después que alguien les explique sus fantasías o su búsqueda o sus gustos, nunca pero nunca  le pregunten  el porqué.

   Años después, puedo agregar que tener sexo con alguien no nos da derecho a invadir su intimidad. Que el sexo libre representa algo mucho más íntimo que lo que la mayoría supone. Que la verdadera intimidad de una pareja o de una persona no pasa por quien comparte el goce de su cuerpo sino por las ideas y deseos que anidan en su interior.

   Los deseos, fantasías y fetiches no suelen aparecer por razones obvias. Darle una explicación seudopsicoanalítica o una respuesta científica al criterio de los libres gustos de alguien es mínimamente desubicado y ofensivo. Nadie tiene autoridad para opinar o razonar acerca de sexualidades ajenas. Intentar hacerlo es una regresión innecesaria a la infantil edad del porqué.

    Pero cuál es la intención pueril que puede impulsar a una persona a indagar, a entrometerse en la elección sexual de otra con la que intenta establecer algún tipo de juego erótico? Preguntar a alguien lo que ni siquiera podríamos responder si nosotros mismos fuésemos los interrogados, implica algún tipo de  menosprecio por las fantasías del otro?

   Con el tiempo he descubierto que, para muchos, no es una simple curiosidad sino una forma enmascarada de agresión. Me preguntan porqué? casi inmediatamente que aclaro frontalmente, con total sinceridad para que no se produzcan equívocos acerca de lo que me gusta,  que soy cuckoldress o dominatriz o bisexual o bukakkera o autora de este blog que cuestiona y transgrede algunos de los principios del BDSM local. Un clásico es la remanida pregunta, casi siempre femenina, porqué no dejás que tu marido esté con otras mujeres? cuando me ven en sesiones sexuales con uno o varios hombres y a él nada más que acompañándome, mientras que los maridos de ellas las usan como moneda de intercambio.

   Yo tengo Mi versión del por qué de esta actitud de berreta curiosidad: el pueblo vainilla (incluyo a muchos que dicen cultivar el BDSM) tienen que encontrar las causales de la creación de semejante monstruosidad. Porqué llegué a semejante estado de anormalidad? A qué se debe? Lo que parecen buscar, cual psicólogos frustrados, es conocer las condiciones exactas por las cuales derivé en este cocktail de erotismo libertino que parece no reconocer ninguna regla. Lo peor de todo es que yo tampoco sabría explicar ni explicarme a Mi misma el porqué.

   El potencial sexual de los libres de espíritu erótico se proyecta hacia el futuro, en lo que va a suceder, en lo que vamos a aprender, en las personas y personajes que vamos a encarar. La osadía de mente no se aferra a un pasado y lo que es mucho peor, se aburre de autoanalizarse. El porqué me lleva al pasado. Me aburre explicarlo. En mi sexo, lo único realmente prohibido, es el aburrimiento. Podemos explicarle al otro nuestro fetiche o fantasía sin referirnos a la ruta que recorrimos hasta llegar a este punto. Cómo explicarles en cinco minutos lo que es ser sadonautas durante quince años? 

   Son conscientes de la incomodidad que nos provocan cuando pretenden que expliquemos lo que pensamos, sentimos o fantaseamos en los segundos previos al disparo del semen o del gran O? Tiene algún valor para un extraño el conocer  las causales de porqué nos gusta lo que nos gusta? Lo más importante: esos detectives inquisidores... estarán preparados para recibir la respuesta?


































lunes, 3 de septiembre de 2012

Goces de Tigresa Blanca. Una visión mística del adulterio femenino


   El taoísmo, antigua doctrina religiosa china fundada por Lao - Tsé, se centra en la noción de Tao, palabra que significa camino, principio productor del universo. El Tao posee una naturaleza propia originaria llamada Te, que representa la armonía entre las facultades humanas, la vitalidad del cuerpo y las relaciones armoniosas con todos los seres y con todas las cosas. El Tao con su Te conduce al hombre a recorrer el camino apropiado. Esta concepción permite entender al hombre y al mundo como una unión que debe funcionar armoniosamente: si se obedecen las leyes naturales de manera apropiada, se logra una relación armónica que se revela internamente como salud y vitalidad.

   Las Tigresas Blancas son un grupo de mujeres taoístas cuyo objetivo en la vida es restaurar su juventud y conseguir la inmortalidad espiritual. Creen que este objetivo sólo se puede conseguir a través del sexo. Para el taoísmo, el sexo es la energía más poderosa y es posible aprender a utilizar esa energía para que resulte beneficiosa. El secretismo que envuelve esta sociedad mítica de mujeres es extremo y por eso hasta hace muy poco sabíamos muy poco de ellas.

   Hsi Lai es un escritor que ha estudiado en detalle muchos aspectos de la filosofía taoísta. Es el autor de Enseñanzas sexuales de la Tigresa Blanca, un libro en el cual devela algunos secretos que han sido mantenidos en el misterio durante siglos. En los años ochenta, Hsi Lai tomó contacto en Taipei con Madame Lin, una matriarca de uno de los tantos linajes de Tigresas Blancas, ganó su confianza y pudo dedicarse al estudio de la ideología y las prácticas de las maestras taoístas. Las enseñanzas contenidas en un singular Manual de la Tigresa Blanca (propiedad de Madame Lin y escrito en 1748 aunque se sabe que está basado en otros anteriores que se remontan hasta los tres mil años de antiguedad) contienen explicaciones sobre cómo una mujer puede absorber la energía sexual masculina, intensificar el orgasmo, recuperar la belleza, recobrar la energía de la juventud e infundir vida a los órganos sexuales. En palabras de la propia Madame Lin, que prologa el libro de Hsi Lai La energía sexual es el trampolín que nos proyecta hacia un estado de vida repleto de juventud y espiritualidad.

Mediante el coito, la mujer concibe un hijo carnal.
Mediante el sexo oral, vuelve a engendrar las tendencias de su niñez.

   Lo que este verso dice es que mediante felaciones, una mujer puede recuperar y revivir su juventud. Por esta razón, la Tigresa Blanca es básicamente una felatriz. O sea, dicho en palabras de un blog español Por muy chocante que nos resulte en Occidente, estas maestras de la espiritualidad oriental, en vez de orar con el rosario en la mano lo hacen con la polla en la boca. Para la Tigresa Blanca, el proceso de rejuvenecimiento avanza cuando el monte de Venus queda casi sin vello, la cintura se le afina (se le llama Cintura de Sauce), los labios se vuelven rojos y la cabellera negra, larga y lisa. Además, las Tigresas suelen llevar uñas largas y pintadas de rojo. La Tigresa Blanca es una mujer universalmente considerada joven y atractiva por los hombres que elije como posibles candidatos para que le entreguen la energía sexual que esta vampiresa oriental necesita, eyaculando en su rostro y en sus senos.

El Dragón, al agazaparse la Tigresa ante él
se siente arrastrado hacia su boca
El Loto Rojo de la Tigresa se apodera
de la preciosa perla del Dragón
y ella se escapa de un brinco
llevándose su presa

   La única función de los hombres denominados Dragones Verdes es aportarle a la Tigresa su semen y con él, su energía sexual, su chi. El Loto Rojo es la lengua de la Tigresa, que ella usa para lamerlo y chuparlo, excitándolo hasta la eyaculación. Previamente, lo seduce y excita mostrándose como una joven atractiva y deseosa de relaciones orales furtivas. El hombre ideal para ser Dragón Verde es aquel capaz de eyacular semen blanco y espeso. Según las antiguas tradiciones, ella lo seduce y le practica felaciones sin dejarlo marcharse hasta lograr tres orgasmos sucesivos en una sola sesión. Sólo se le permite a la Tigresa mantener nueve de estas sesiones para evitar que el Dragón se apegue demasiado a ella y comience a desear realizar coitos en lugar de felaciones. Pasadas seis semanas, si él se comporta bien, se podrá reiniciar otro ciclo de nueve encuentros. Así se evita que el Dragón Verde quede demasiado apegado a la Tigresa, se le permite recuperar su energía sexual y a la vez, se busca que extrañe los placeres que recibe de ella.

   Aunque el hombre no sepa que está siendo utilizado como Dragón Verde, hay algunas reglas generales que la Tigresa le hace cumplir.

La Tigresa rechazará a todo Dragón Verde que exija en forma agresiva concretar coitos.
La Tigresa rechazará a todo Dragón Verde que insista es quedarse con la Tigresa o querer iniciar una relación con ella o que se queje que otro hombre la está observando o está presente.
La Tigresa rechaza a todo candidato a Dragón Verde que sea bebedor o consuma drogas.

Para que la Tigresa ruja, debe remontar el vuelo con el Dragón
Cuando la esencia del Dragón cae sobre la Tigresa
se convierte en jade
Entonces ella se vuelve indestructible
y puede deambular a voluntad por la morada celestial

   Desde tiempos remotos, los chinos han considerado que el jade es el semen de los dragones que cae a la tierra y se coagula. El jade verde oscuro simboliza la longevidad. En el caso de la hembra (la Tigresa y la Tierra), el semen del macho (el Dragón, el Cielo) debe coagular sobre ella para producir el elixir del jade, que garantiza salud y longevidad.

   El Dragón de Jade es el compañero de la Tigresa durante los años de prácticas. Ella busca siempre su contacto y su encuentro para asegurarse protección física, seguridad económica y apoyo emocional. Ella siempre le recuerda que es a él a quien ama y no a los Dragones Verdes. El Dragón de Jade es un sumiso privilegiado porque en la intimidad goza de una amante perfecta en toda clase de técnicas sexuales y disfruta de los intensos placeres voyeuristas que le brindan los encuentros entre su Tigresa y los Dragones Verdes. El Dragón de Jade no puede masturbarse ya que también debe conservar su energía para contribuir al poder que su Tigresa va ganando.

   Hasta aquí, una muy breve semblanza de lo que Hsi Lai nos cuenta. La China milenaria taoísta, lejana y exótica. Prácticas sexuales y espirituales fuera de todo contexto social occidental. Pero a medida que con mi marido sumiso íbamos leyendo el libro, nos resultaba cada vez más sorprendente la similitud entre las formas de actuar de las Tigresas con los Dragones Verdes y el Dragón de Jade y la forma en que yo manejo a mi marido cornudo y al resto de mis amantes. Mi forma de dominar, tan entroncada en el vampirismo sexual tiene muchos puntos en contacto con las propuestas de estas exóticas damas, si bien las enseñanzas de la Tigresa abarcan una completa filosofía de vida y el estudio sistemático de varias disciplinas.

   Cuando sólo por mi propio placer hedonista, provoco y seduzco a varios varones en sesiones de bukkake que finalizan en eyaculaciones sobre mi piel, me siento libre y energizada además de erotizada. Pero con ellos, la relación no avanza más allá del encuentro sexual, ellos me entregan su tributo seminal sin otra pretensión que la de complacerme, disfrutando de un momento único con una mujer felina, dominante y dispuesta a vampirizarlos. No son solo sesiones de sexo oral por mutuo placer, yo siempre siento que existe un poder y una energía que fluye y que me diferencia de mis eventuales compañeras de aventuras, la mayoría de las cuales mantienen una actitud pasiva, de adoración fálica, tan típica de la mujer occidental.

   Para las enseñanzas de la Tigresa Blanca, es muy importante que los hombres se liberen de los celos y de su tradicional actitud posesiva porque lo que mejor resultado le da al hombre es depender exclusivamente de la sexualidad de una mujer altamente erotizada y no de la suya propia. De allí que un Dragón de Jade sólo mantiene relaciones sexuales con su Tigresa, en contraposición absoluta al promiscuo comportamiento sexual de ella. En mi caso, mi marido cumple fielmente su rol de Dragón de Jade. El sabe la clase singular de esposa adúltera, de Tigresa, que lleva del brazo a una sesión de sexo. Disfruta inmensamente de la excitación voyeurista y me brinda la protección y la compañía que me hace sentir segura. Siempre recurro a él para los goces íntimos, profundos, verdaderos.

   Tigresas y dragones, cielo y tierra, ying y yang. Hombres que sirven sexualmente a mujeres seductoras que adquieren poder rompiendo tabúes monogámicos, acompañadas y protegidas por compañeros sumisos. Las enseñanzas de la Tigresa Blanca, aunque sean aplicadas parcialmente, son otro collar de gemas, quizás las más exóticas, en el sensual joyero de la señora adúltera.


Fuente: Hsi Lai Enseñanzas sexuales de la Tigresa Blanca.

(Los párrafos en verso corresponden a citas del Manual de la Tigresa Blanca)



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