viernes, 22 de febrero de 2013

Afrodita esquina Sade


   Seguro que los conocés, y si no los conocés, seguro que los leíste. Son los eruditos del BDSM. Los oráculos del sado.


   Son los que han llenado Internet con su florida verba llena de frases elegantes y pensamientos profundos. La gran mayoría son hombres dominantes (o dicen serlo). Hacen gala de su rol responsable, del cuidado que ejercen sobre su sumisa durante las sesiones, del compromiso personal que representa su modo de relación. Para ellos, dominar es dar un ejemplo de vida, ser un mentor que guíe a sus discípulas por el sendero del crecimiento personal. Si hubo un tiempo no muy lejano en que el ambiente BDSM estuvo marcado por el discurso duro de algunas Dóminas y abundaban frases del tipo eres la nada misma, no eres digno ni de limpiar la suela de mis botas, gusano insignificante,etc., ahora la rueda ha girado y estamos en un tiempo de BDSM progresista en donde los derechos del sumiso parecen ser la piedra fundamental de toda relación.

   El sumiso es realmente un sumiso cuando se encuentra en una relación sostenida en el tiempo, protegido por su dominante como si fuera un oso panda en una reserva de vida salvaje en extinción. Así es como el Dominante demuestra ser digno de la tan apreciada entrega del sumiso. La entrega es ese intangible misterioso que parece representar el valor supremo. Asimismo, el collar es el símbolo social de esa relación en el mundo BDSM pues representa la entrega de dicho sumiso a su Dominante y la responsabilidad del Dominante sobre dicho sumiso.


   Dichos eruditos cuentan, por supuesto, con la inestimable colaboración de muchísimas mujeres que proclaman a los cuatro vientos sus convicciones de que así es como debe ser el verdadero BDSM. Desde la imaginaria esquina en donde se cruzan las calles Afrodita y Sade, yo les contesto que no son otra cosa que una versión remozada y apenas un poco más kinky de aquellas viejas chicas buenas, acarreando la tradicional aversión femenina a gozar del sexo por fuera del marco de una relación, so pena de ser tachada de chica fácil. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que leí en los foros la bendita frasecita No sé quien dijo que el BDSM es sexo fácil pero yo sigo sin poder entender la razón por la cual el BDSM debería ser sexo difícil, suponiendo que el sexo nos gusta. En fin, ellas sabrán.


   Mi definición de dominación exige que alguien se rinda ante Mí durante una relación sexual y de esa forma poseer el poder de llevar adelante las acciones. La entrega que yo quiero, la única que me importa, la única que acepto es ese poder porque lo único que me importa de un sumiso es su capacidad para brindarme placeres sensuales en la forma y el momento que a Mí me plazcan. Justamente por eso es que lo llamo sumiso. No me interesa que me presenten, como si fuera un tesoro invalorable, una pseudovirginidad adolescente de la que debo demostrar ser digna. La entrega que yo exijo no implica necesariamente que deban existir valores de vida compartidos entre las partes. Para relaciones humanas profundas, para amistad, para diálogos sinceros y enriquecedores, habrá otros momentos (y quizás otras personas).


   Implica esta postura una despersonalización del sumiso? La cosificación de una persona? La degradación de un ser humano convertido en un juguete para luego ser descartado? Dónde están, si están, los valores humanos?

   Los que así juzgan (y son legión en el mundo BDSM, sobre todo en su rama femenina) suelen pasar por alto que quienes sostenemos esta postura, lo hacemos desde la premisa que el sumiso es un ser adulto y sexuado que, en pleno goce de sus facultades y capacidades, ha elegido ocupar ese lugar porque así lo desea. Su experiencia de goce sexual es intransferible y personal así como su placer de sumiso es complementario del Mío. Hipócritamente, los que dicen defenderlo son los que en realidad lo degradan desde el vamos pues le niegan su capacidad de raciocinio y su decisión libre y soberana de vivir una experiencia sexual de sumisión diferente de aquellas pontificadas desde los púlpitos del BDSM.


   Cuando allá por los años ‘80, gracias al video hogareño, el porno norteamericano comenzó a transformarse en una gran negocio, se agudizó el ataque de los grupos feministas que promovían distintas formas de censura argumentando que la dignidad de la mujer estaba siendo atacada por la industria del porno. Gloria Leonard, legendaria actriz de aquellos años, en lugar de defenderse de dichas acusaciones, contraatacó inteligentemente respondiendo que prohibirle actuar en el porno o censurar sus películas implicaba un ataque a sus derechos civiles. Lo que Gloria estaba diciendo entre líneas es que ella no tenía porqué aceptar cuestionamientos que estaban basados en una moral que no era la suya y mucho menos permitir que esa moral ajena afectase el derecho de hacer con su cuerpo lo que le viniera en gana.


    En la línea de mi ilustre antecesora Gloria, ni Yo ni mi dominado marido ni los sumisos que me complacen aceptamos cuestionamientos ni bajadas de línea basados en una moral BDSM que no es la nuestra. En Afrodita esquina Sade somos todos adultos y nadie obliga a un sumiso a someterse a Mis caprichos ni nada me compromete a Mí a aceptar una relación mas allá de los orgasmos. No exijo otra cosa que su entrega sexual y no pienso aceptar ninguna otra que implique responsabilidades porque afirmo que un sumiso no es un púber que necesite ser guiado ni protegido. En Afrodita esquina Sade, vivimos los paganos que no aceptamos las reglas de la religión oficial del BDSM. Sé que somos pocos ...o lo mejor no tan pocos.


   



domingo, 17 de febrero de 2013

Todas queremos ser Marilyn





   "Me gustan tanto las mujeres bellas que deseo ser una de ellas" (reflexión más sincera que realizable).

   Cuando somos niños o niñas y leemos cuentos de hadas o aventuras de piratas todos fantaseamos con ser él o la protagonista de esas palpitantes historias. Al ir creciendo, nuestros gustos van variando pero aún conservamos el placer por protagonizar, en la realidad o la imaginación,  las historias en donde somos el héroe o la heroína. Un grupo muy particular de protagonistas de historias lo conforman aquellos señores que habiendo nacido con pene y testículos, sólo desean en sus húmedos sueños poder ser aunque sea por una noche, la noche ideal, una reencarnación de Marilyn Monroe.

   Sabemos los riesgos a que se enfrentan, tanto en su vida privada como profesional. Muchos deciden dar ese paso, total o temporal, hacia su deseada transformación; otros en cambio, más tímidos, sólo se atreven a fantasear en sus ensoñaciones íntimas. No los juzgo sino todo lo contrario, hoy quiero levantar una bandera en defensa de la libre expresión de estas Marilynas que, por un modo u otro, han sido condenadas por su propia incandescente sexualidad a ponerse la peluca rubia, un vestido blanco plisado y encender un ventilador casero en una habitación en penumbras, a escondidas, para poder sentir volar su falda, y con ella, su imaginación, mientras un bulto mal disimulado crece dentro de su lencería en forma incontenible, asi como crece la alegría de sentirse ser, aunque sea por unas horas, la más bella de las mujeres que haya existido.

   Convicciones se escribe con C de carnaval. Esta época de carnavales es especial para Ellas y para su liturgia de adoración a la virgen pagana de Hollywood. Esa es la convicción que las Marilynas exhiben al buscar dentro de un closet aburrido, masculino y asexuado ese brillo mágico del vestido de ensueño. Decorarse en finas telas, broderies perfumados de jazmín, lencería burlesque, una corta cabellera platinada y el maquillaje tan deseado, es su travesía a Disneylandia. Pero ese viaje hacia un mundo de apariencias es un ritual tan condenado que ni siquiera llega a ser rechazado por las amargas del escuadrón de la antialegría. Lo niegan o lo ridiculizan. Dicen respetar, con falaz hipocresía, al trans que dió el paso total y final pero desprecian al cobarde que no se atreve y que además tiene fijado, pecado de los pecados, un estereotipo de belleza y femineidad que ellas rechazan por anticuado y sexista (yo estoy segura que además lo hacen porque es inalcanzable). Por supuesto que las mentes de las Marilynas funcionan a un nivel de detalle que sólo podría ser alcanzado por un sofisticado diseñador de modas y al reinventarse como féminas desde ese estereotipo tan perfeccionado, es que encuentran su morbo y su placer.

   Las Marilynas admiran a sus modelos femeninos y quieren vivir y respirar el mismo aire que sus Diosas exhalan. Cada detalle, por diminuto que sea, que vayan agregando a la recreación de su personaje, representa un peldaño más en esa escalera interminable que las conduce al paraíso de la femineidad total. Los elementos fetichistas, inofensivos para el no iniciado, despiertan en Ellas sensaciones y deseos que las van acercando cada vez más a ese ideal de mujer deseada. Yo también pertenezco a una especie femenina exótica, será por eso que las quiero tanto.

  No sé cuantos sitios en español se dedicarán a cultivar el arte de estas geishas de Occidente. Tampoco sé cuantas seremos las mujeres biológicas que nos dedicamos a escribir pensando en Ellas y a compartir con Ellas sus rituales de transformación y goce.  Solo puedo dar testimonio de lo gratificada que me siento en su compañía y al estar rodeada de Ellas, de que me excito lésbicamente cuando las veo vestirse y maquillarse, y mucho más cuando las adivino ansiosas por someterse a Mí y compartir mi erótico mundo femme. Pero también desde lo psicológico, no sólo lo sensorial, sé que yo misma me libero cuando las hago liberarse y las ayudo a sentirse comprendidas y respetadas como hembras. En muchas sesiones Femdom impulso a mis sumisos a la feminización, parcial o total. Sé que si lo logro, habrá un click que cambiará mágicamente el clima de esa noche. Busco a esa gatita erótica que muchos varones llevan encerrada y a veces puedo descubrirla. La atmósfera entonces parece electrizarse y no se sabe que es lo que puede pasar, hasta donde se podrá llegar. Gracias a Ellas, mis sesiones son tan, tan diferentes a las del BDSM convencional, siempre consensuado y pautado, siempre repleto de protocolos y técnicas.

   Y si en el mundo verdadero hubiera muchas más Marilynas de las que nos imaginamos? Cuantas generaciones post-Monroe necesitaremos, humanos adultos y sexuados, para poder blanquear la fascinante lujuria del sissismo? No lo sabemos. Desde este, Mi Magazine, y de la mano enguantada y perfumada de mis lectoras Marilynasizo el estandarte del orgullo de los varones que quieren vestirse como sus Diosas soñadas, aunque sea una vez en la vida, y los exhorto a no decaer en esa lucha por compartir su mundo con otra Diosa real para complacerla y adorarla. Por un mundo menos amargo y más Sado, menos oprimido y más Sensual, menos agresivo y más Marilyno.













miércoles, 13 de febrero de 2013

Los cuentos y los sueños


   


   Los hombres cuentan sus sueños. En cambio, las mujeres soñamos un cuento. Fantasías y realidades son los ingredientes necesarios en la cocina del humano erotismo. Cuentos y sueños, cuanto más idealizados y fabuleros, más estimulantes resultan a la hora de sobrellevar lo cotidiano

   La mayoría de esos ingredientes fantasiosos parecen pertenecer a la fructífera libido masculina. A esos extremistas de la precaria promiscuidad, dotados de firme y generoso vigor en polígama versión, a esos seres que llamamos hombres. En ese vericueto de imágenes oníricas, el hombre parece protagonizar una versión adaptada de Alicia en el País de las Maravillas. Toda una fauna ilusoria que va desde el jeque semental a la sissy prostituida, estrellas de rock and roll rasgueando una imaginaria guitarra con groupies bisexuales masturbándose a sus pies, cornudos humillados, violadores y desvirgados, ellos apuestan a fantasear con destellantes y épicos personajes, imágenes paganas, oscuras situaciones y blasfemos palabreríos. Y esos sueños tan groseramente contados acaban en eyaculaciones, muy lejos del protocolar traje de etiqueta en el altar (a menos que el sueño incluya una esposa cuckoldress que lo humille durante la misma ceremonia de bodas).

   Por el otro hemisferio del planeta Amante, navegamos Nosotras. Soñadoras de cuentos de duendes, príncipes azules, brujas malvadas, hadas con varitas de altos poderes sobre el corazón de cualquier gélido sapo con destino de príncipe e inmediatamente, de marido. Como si para autosatisfacernos necesitáramos vivir, en realidades paralelas, novelescas y románticas, el cuentito de las buenas noches o la historia con final feliz. No nos interesan las fantasías efímeras, de esas que se apagan tras el orgasmo. Queremos el para siempre, el símbolo de compromiso, los detalles de la primer cita, el souvenir de aniversario, el recuerdo de las fechas. Esperamos, entonamos, conjuramos, rezamos, imaginamos pero todo lo hacemos mirando hacia el futuro. Rozamos nuestra realidad con el personaje justo, lujoso, sostenido en el espacio y tiempo, oportuno y hasta sustentable. El es el héroe del sueño. El que te abre la puerta para ir a jugar, el que le pone el pecho a las flechas del destino, el que despliega sus alas para llevarte a paises clandestinos donde reinaremos y comeremos perdices dietéticas pero sabrosas. Y en nuestro cuento soñado todo es perfecto, minucioso y además es muy simple a pesar de la fama de complicadas que llevamos a cuestas. Es muy simple porque el sueño mismo es simple; tiene un hilo conductor que por lo general termina en un altar diseñado al detalle mucho antes de imaginar como serían la cama y los orgasmos que vas a gozar.

   Te parece que describo una realidad femenina anticuada, propia de Corín Tellado? Echale una mirada al revolucionario éxito de las Cincuenta sombras de Grey en todas las librerías del mundo. Las mujeres en todo el mundo quieren vivir historias como esas. Y en esas historias, el sexo, sea o no perverso, es apenas un condimento del imprescindible romance con final feliz.

   Desde el momento en que tomé la irrevocable decisión de salir al ruedo y aventurarme por fuera de la seguridad hogareña como dominatriz bisexual y promiscua, de inmediato noté el peso que representa ser la eventual confesora de los sueños degenerados de muchos varones. En persona, por e-mail, en foros, me cuentan lo que ellos sueñan, lo que fantasean, lo que desean, casi sin esperanza de poderlo alcanzar. Como la masturbación holgazana está al alcance de la mano, los muchachos ignoran olímpicamente el don de síntesis y cuentan sus sueños con silueta y textura de desfachatados guionistas del porno, quejándose a la vez de la imposibilidad de concretar esas fábulas, masturbadas hasta el más ínfimo detalle morboso. En el otro hemisferio, mis congéneres que no saben o apenas sospechan el calibre de mi sexualidad, me reafirman en voz alta con tono lloriqueante de frustración, el balance negativo del único cuento que supieron concretar en sus vidas cotidianas. Muchas de ellas sufren las consecuencias espantosas de la violencia o el abandono, realidades arrancadas y saqueadas del Bello Cuento Soñado.

   Y entonces hoy, en este mes de febrero en que todo parece ser San Valentín y chocolates con forma de corazón, llego a esta marginal y dura conclusión que me hiere visceralmente. Con caminos tan opuestos por recorrer, es muy difícil que una mujer y un varón sigan la misma senda en forma continua y armoniosa. Samantha Jones, la lujuriosa protagonista de Sex and the City, dijo una vez, no recuerdo en qué episodio de la serie, en medio de un ataque de furia ...están los que te aman y están los que te cogen. Ellos confirman a su vez la vastedad del abismo que nos separa contribuyendo con millonadas de dinero en monedas de todos los países a la prosperidad del negocio más viejo del mundo para obtener de manera sencilla, rápida y anónima lo que creen que será la concreción de alguno de sus sueños.

   Y mientras ellos me cuentan sus sueños y y ellas sueñan su cuento (muchos de ellos me creen la realidad del sueño así como muchas de ellas me sospechan como la mala de su cuento), del otro lado del espejo estamos las pocas que podemos contar a nuestros amigos íntimos (también pocos pero muy buenos) que por cumplir nuestros sueños, por poner el goce mutuo en primer plano y no resignarlo jamás, decidimos vivir en un cuento cada vez más Sado, Sensual y Femenino.




viernes, 8 de febrero de 2013

San Valentín en botas rojas


 
   Febrero. El mes de San Valentín.  Corazoncitos rojos por todos lados, atroz cursilería en todas las vidrieras. La oportunidad perfecta para que todas las que promueven ese falso concepto de lo romántico, dejen chorrear su dulzura empalagosa y tan poco sexual. Para Mí, el romance debe estar siempre asociado con lo sensual, con la alegría y con las más placenteras sensaciones. La miel sádica de la vida. Así es mi Magazine. Y por eso imaginé para este mes a doce mujeres sensuales para que en lugar de los bombones sean ustedes, sus admiradores, los que se derritan. Para mis chicas, botas altas de color rojo. Doce divas, doce pares de botas rojas, doce regalos perfectos para doce novias ideales. A Nosotras también nos gusta que nos agasajen en San Valentín.


Enero. Lady Vanessa


Febrero. Susan Wayland


Marzo. Vivien Pierce


Abril. Miss Cherry


Mayo.  Bárbara Palvin


Junio. Iekeliene Stange


Julio. Laurie Ann Gibson


Agosto. Miss Brittany Andrews


Septiembre. Stella Van Gent


Octubre. Tasha Marley


Noviembre. Heike


Diciembre. Monique Vegas

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...