domingo, 26 de mayo de 2013

Fugitivas

De modo que Aureliano y Amaranta Ursula aceptaron la versión de la canastilla, no porque la creyeran, sino porque los ponía a salvo de sus terrores.
Gabriel García Márquez,  Cien años de soledad
  


  Mi conducta sexual no es de este tiempo ni de este lugar. El De Lorean, aquel auto de la película Volver al Futuro, aplicado a mi erotismo le erró muy mal a las coordenadas del aquí y ahora. Sé que soy una incomprendida. Soy rara. Siento al mundo que me rodea como algo espantosamente común y mediocre. Pero también noto que algunas personas se sienten comprendidas por mí, aunque seamos muy diferentes. 

  La gente (vainilla o BDSM, da lo mismo) es tan incapaz de entenderme que prefiere demostrarme odio o fastidio antes que poner en evidencia los temores y los miedos que mi forma de ser les desnuda impiadosamente. La audacia para pensar y obrar siguiendo una determinación individual y singular rechazando lo anónimo del rebaño colectivo resulta ser una desgracia desde el punto de vista social. Aunque parezca una burla, la sociedad se defiende de un inexistente ataque mío. Y todo el tiempo es así.
   
   Si supiesen la verdad, si tuvieran un registro de mi vida sexual, sé que muchos me mandarían a la hoguera. Algunos la saben, pues cometí muchos errores al darle mi confianza a personas que nunca la merecieron. Esos son los primeros en  hacer fila con la antorcha en la mano. Siento que soy una unicornia vulnerable a la destrucción. Para el común de las gentes, mi mundo es tan distinto que ni siquiera soy discriminada. No existo. No debo existir. Una suerte de fantasma de Canterville. Para algunos, soy de alguna forma u otra, interesante, hasta divertida. Para otros (muchos), una amenaza.

   Sé que soy muy versátil para moverme en diversos ambientes: mi camaleonismo me hace entender varios idiomas sociales y sus jergas, sus medias palabras, sus falsas certezas. Sé como adaptarme a diversos hábitats, tal como lo comenté en otra columna. Pero el asunto que me trae entre manos hoy y que me hace escribir estos párrafos no tiene que ver con la adaptación sino con un sentimiento que a veces me invade relacionado con el hastío y el hartazgo. Ya no me importa mantener un parloteo intrascendente con personas para no decirnos nada. Ya no soporto las reuniones laborales ni tampoco a las madres del colegio. Casi no veo televisión, salvo música o documentales. Encuentro terriblemente estúpidas a la mayoría de mis compañeras de género, que han aceptado sumisamente el contentarse con las sobras de lo que debería ser el gran banquete sexual de sus vidas (como si estuvieran esperando a la próxima para vivirla plenamente). No me entretienen las diversiones y las pasiones de la mayoría de las mujeres de mi edad. Compenso mi rechazo hacia el mundo que me rodea regocijándome en cuidar a mis mascotas, leer mis libros o planear columnas para este blog.
   
   Suelo escuchar a los que me relatan sus cuitas por propia voluntad o necesidad, sin juzgarlos. No soy de mostrar o compartir fotos propias ni de familia. No me siento cómoda en ninguna casa ajena (literalmente) y en pocos lugares en donde me vea obligada a alguna interacción social. Casi ni recuerdo ni me preocupo ya por recordar los rostros de los que conocí o vi por única vez. No suelo saludar a nadie en la fecha de su cumpleaños, ni en los famosos días (el del padre, el de la madre, el del amigo, etc.). Tampoco invado la privacidad de nadie con preguntas inoportunas (no soy de hacer muchas preguntas). Pienso y obro de una manera que no podría ser jamás avalada por la media que me rodea pero tampoco por la mayoría de los cultores del BDSM local. Mi sonrisa clara y radiante es intraducible. Mi sexo, incomprensible, salvo para unos pocos que me conocen de verdad.

   Y con estas sensaciones presentes es que quiero hablarles hoy de Leonor, mi amiga Leonor, en esta semana, la de su cumpleaños. Leonor, con su brutal sinceridad, tan diferente a mí (es raro encontrar dos personas tan absolutamente opuestas en toda su forma de conducirse en la vida) pero a su manera, tanto como yo, una fugitiva. Y también tengo presente a mi adorada Flordelis, que tantas veces se definió como Flordelis en fuga.. y yo no entendía el porqué de la fuga. Fuga? Hacia dónde?. Ahora sí creo que después de años de conocerla, he empezado a comprenderla.

   Somos fugitivas que ponemos en evidencia demasiadas falsedades, que desafiamos a demasiados prejuicios. Fugitivas de un mundo que no nos pertenece pero en el que debemos insertarnos para sobrevivir. Ella, Leonor, con su feroz independencia a cuestas, su mundo queer, avanzando a dentelladas, creando su manada; enfrente yo, apegada a mi familia y mi vida hogareña tradicional pero con mi sexualidad que late al ritmo del glamour de la femme dominante clásica. Pero ambas sabemos que no aceptaremos nunca la versión de la canastilla de la que hablaba García Márquez. Nosotras somos de las que buscamos verdades. Aunque duelan, siempre las preferimos antes que mentirnos para así estar a salvo de los terrores y las inseguridades que los demás viven de la única (y tan pobre) forma en que saben sobrevivir.

    Dedicada a mi amada Leonor Silvestri, en su cumpleaños, quien me dió un hijo canino cuadrúpedo que no lleva nuestra sangre pero si nuestra historia incomprendida cuando ladra a los que le temen.






domingo, 19 de mayo de 2013

El exquisito glamour de Girl Panic











   

   "Simplemente espectacular", "obra de arte de 9 minutos" "deleite visual" ..así o con términos similares fue definido el video de Girl Panic que presentó Duran Duran en el 2011.  Dirigido por Jonas Akerlund (a quien ya presenté en mi Magazine, dirigiendo los videos fetish de Lady Gaga en la columna Sado Fetish Gaga) y grabado en el hotel Savoy de Londres, junto a Naomi Campbell, Helena Christensen, Eva Herzigova y Cindy Crawford,  todas grandes topmodels que brillaron en las pasarelas de  los ’90  pero que en su madurez se muestran quizás más sensuales y atractivas de lo que fueron en otros tiempos. Y desde ya, (opinión personal con la que muchos estarán de acuerdo) mucho más sexies en su rol de superstars glamorosas que la mayoría de las jovencitas que modelan hoy.

   En el film, las chicas juegan a ser los integrantes de Duran Duran (Yasmin Le Bon, hija del cantante Simon LeBon aparece como la quinta integrante) y  recrean un delicioso ambiente de hoteles de lujo, glamour y sensual decadencia en medio de jugueteos lésbicos con sus supuestas groupies. Una vida de Loboutin y champagne, Louis Vuitton y  limousinas, plumas y corsets de Dolce & Gabbana (quienes aparecen en un breve cameo), todo aderezado con pieles, cuero y los brillos de Swarovski. La girl band de tus sueños, un deleite para todo fetichista que se precie de tal y una invitación a un mundo glamoroso y  femme donde toda chica sissy querría vivir para siempre. No quise dejar pasar mas tiempo sin incluirlo en mi blog. Todas las tops están maravillosas  pero si tengo que elegir a una, mi favorita es Helena Christensen en su role playing de superstar lujuriosa que ordena champagne desde la habitación para ella y sus chicas.

   Un comentario muy personal: si dejamos un poco de lado el inalcanzable derroche de lujos que se exhibe a cada segundo, pocas veces he visto reflejados mis gustos y fantasías sobre la bisexualidad femenina de una forma tan precisa como lo ha hecho el director de este video. Se exhibe hasta el detalle un ambiente sexy y refinado donde reinan, supremos, la belleza estética, las risas y los  placeres sensuales. Jonas Akerlund te permite abrir una ventana indiscreta a un mundo gobernado por diosas paganas. Un mundo sádico, sensual y femenino.

    Para las adoradoras de Afrodita (y para las discípulas de Safo).....Girl Panic

















lunes, 13 de mayo de 2013

Un lugar en el mundo para el Femdom

   
Así me retrató Miss Gabriela


   Un año atrás, días más días menos, tomé la decisión de abrir este blog y empezar a escribir para mí misma en un sitio web personal. Lo hice sintiéndome casi una heroína, escribiente y defensora del Femdom sensual y del sadismo femenino. Ese sadismo que yo considero tan diferente, tan diametralmente opuesto a la tan publicitada ética de las buenas chicas del BDSM (tanto las sumisas que ofrendan su entrega como las amas que se ofrecen como mamitas de algún supuesto pobre abandonado) pero igualmente distante de aquellas que han aceptado ser el brazo ejecutor de fantasías masoquistas ajenas, bajo las estrictas normas de un consenso que en la práctica no es otra cosa que aceptar el poder que un sumiso concede para que sólo se haga lo que él quiere. 

   Confieso que al ser tan poco aventajada en lo cibernético, conservo una cierta reticencia ante el temor de parecerme a tanto nerd, a tanto erudito informático que desde una botonera o un copy–paste de alguna página de Internet, cree que va ser capaz de disparar las hormonas sexuales con su blah,blah,blah. Pero al independizarme y romper de una vez por todas las ataduras mentales que me sujetaban al discurso chato y mediocre típico de nuestro BDSM local, pude sentir por primera vez una sensación de absoluta libertad para expresarme sin tener que estar haciendo aclaraciones y dando explicaciones, sin ninguna obligación hacia nadie. Hoy me atrevo a decir que sólo desde una posición así es que se puede escribir y testimoniar sobre el mundo de la dominación femenina, sádica y sensual.

   Mi esclavo marido suele decir que cuando uno escribe seguido, una tesis doctoral por ejemplo, es cuando más lee y entonces empieza a aprender en serio. Yo me propuse recopilar para este blog todos aquellos pensamientos y experiencias que expresé por escrito y que aprendí de otros durante mis años de sadonauta sexual. 

   Nosotras, las Dóminas, somos mujeres sádicas, no necesariamente por nuestro gusto por el dolor, como lo expliqué hace poco en esta columna sino porque no reconocemos límites impuestos por otros. Repito una vez más, no me estoy refiriendo  a mujeres que aceptan consensuar con sus sumisos algún tipo de actividad sexual kinky sino a Dóminas. En otras palabras, damas atractivas que llevan consigo un aura de majestad y natural poder y que jamás reconocerán otra autoridad que no sea la suya propia y que por esa misma razón, son tan buscadas y deseadas. También sé que las comunidades BDSM, o por lo menos sus rostros más visibles, se empeñan en domesticarlas intentando someterlas a las supuestas reglas que muchos hombres codifican con el fin de rebajarlas a la altura de su pobre y efímero poder. 


   Las Dóminas somos lujuria que se derrocha, que se derrama, rebosante de excesos. No aceptamos normas éticas ajenas ni nos prestamos a ser los límites de un masoca ni a practicar un malesum basado en castigar sumisos sino todo lo contrario; lo nuestro es buscar caminos hacia nuevas formas de placer, expandiendo los límites y abriendo rutas hasta entonces inexploradas. Será por eso que el semen y los flujos derramados en mi honor y las adoraciones a mi fusta y a mis botas son las más sinceras ofrendas por parte de aquellos que jamás consensuaron nada conmigo pero no dudaron en atreverse a entregarme su sexo para que yo los conduzca con pulso firme hacia mi mundo de goce y sensualidad.

   Para esas Dóminas, para sus fieles adoradores y para todos mis amigos sin distinción de sexos ni de roles, es que construyo este blog, con mis columnas, con videos y fotos de las más hermosas divas de la historia, con el arte erótico de mis dibujantes y fotógrafos favoritos. Lo hago con gusto y placer, semana tras semana. Ya pasamos el primer año juntos y hay mucho más por venir.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Belleza, cuerdas y tacos altos.

   El fotógrafo James Bertoni ya había sido protagonista el año pasado de un calendario de mi blog. En aquella oportunidad, la temática elegida fue botas. Pero la especialidad de este gran fotógrafo es el bondage, a través de su página Modelstied. Y de esta página es que extraje doce momentos para hacer mi calendario. No soy adepta a los nudos pero sí a la estética llevada al extremo de la elegancia y la sensualidad. Cuerdas y tacos altos combinados con una exquisita y perversa belleza, esta es mi apuesta para este mes. 



Enero


Febrero


Marzo


Abril


Mayo


Junio


Julio


Agosto


Septiembre


Octubre



Noviembre


Diciembre


viernes, 3 de mayo de 2013

Femdom written by Shakespeare. Venus, Lady Macbeth y Cleopatra.


 Los poderosos personajes femeninos creados por Shakespeare encubren su fragilidad con los atributos de mando característicos de los hombres y terminan siendo víctimas de su propia omnipotencia.
Cristina Pérez
   

Mujeres con cetro. Bajo el dominio de Venus, Lady Macbeth y Cleopatra
  

  Cleopatra porta la espada de Marco Antonio y le hace vestir a él sus ropas. Los acosos de la poderosa diosa Venus derivan en la muerte de Adonis, penetrado por el colmillo de un jabalí. Lady Macbeth le inocula masculinidad a su marido casi pariéndole la hombría mediante su propia asexuación como mujer. El concepto de mujer fálica parece en sí mismo una ironía shakesperiana y bien podría haber sido una de sus lúdicas construcciones oximorónicas. Porque las mujeres no tienen falo. Entonces, la mera idea de una mujer fálica es portadora de una imposibilidad fáctica. Una contradicción que deviene en todo lo que deparan las irrealidades: una peripecia de reconocimiento a veces dramática, a veces trágica.

   El concepto se aplica a las mujeres investidas con los atributos de poder asociados a los hombres. En las heroínas shakesperianas, la trampa de estas mujeres supuestamente poderosas radica precisamente en la dependencia de lo masculino, tan esencial para su subsistencia que conduce a la disolución de sus propias identidades femeninas. La paradoja es que son mujeres supuestamente fuertes pero esencialmente débiles.

   Lady Macbeth convoca a los espíritus del crimen y les pide que le arranquen el sexo, como si eso la librara de las debilidades femeninas y la dotara de una crueldad e impiedad instrumentales y deseadas. Va aun por más, les reclama: cambien mi leche por hiel. Es la mujer fálica que se realiza en la toma del poder, controlando a su marido, cuya masculinidad cuestiona y a la vez incita. No engendres más que hijos varones, le dice él cuando ella lo convence de matar al rey para quedarse con la corona. Harold Bloom afirma que hasta que se vuelve loca, ella parece tanto la madre de Macbeth como su esposa.

   Podríamos ir más allá y afirmar que Lady Macbeth ha parido a su marido en el instante en que lo convence de cometer el horrendo crimen. Le activa el falo a ese hombre aparentemente incapaz de producir herederos, situación que, según Freud, funciona como motivación de la pareja para cometer el regicidio y la usurpación del trono. Pero cuando Macbeth ya se ha convertido en una especie de vampiro que se regodea en su voracidad (Mi alma está demasiado cargada de la sangre de los tuyos  le dice desafiante a McDuff luego de matar a su familia), ella se disuelve hasta perderse en la locura y el suicidio. Autoasexuada como mujer, y sin falo que sustentar, queda parada en la nada.  A thing of nothing, esa cosa de nada, como le dice Hamlet a OpheliaNothing, nada, es en el inglés isabelino, una de las formas populares para llamar a la genitalidad femenina, a la vagina, como mención peyorativa de sus condiciones de continente, de espacio vacante. A esa nada sexista, la mirada masculina de Lady Macbeth la ha reafirmado como nada. Sin maternidad, sin reconciliación con su esencia femenina, materializa el desprecio misógino desde su propia psique y la ecuación es insoportable.

   Venus desea a Adonis hasta aniquilarlo. Su deseo es depredador. Pero enfurece porque no gobierna el deseo de él. Actúa como un águila hambrienta sobre su presa. La violencia sexual con una agresora femenina como connotación atípica es la temática de este poema narrativo de William Shakespeare, publicado con mucho éxito en 1593. La historia está basada en las Metamorfosis de Ovidio, uno de los libros fundamentales en la biblioteca de Shakespeare. Ya en la fuente, se trazan las líneas fálicas de la deidad, capaz de abstenerse del cielo mismo pero no de Adonis, cuya belleza la inflama. Jonathan Crewe, en su introducción al poema para The Complete Pelican Shakespeare, relaciona el cortejo del joven por parte de la mujer mayor con la amenaza estereotípica experimentada por los hijos abrumados por demandantes y asfixiantes figuras maternas. La diosa no soporta que su bello objeto de deseo prefiera la compañía de otros hombres en vez de estar con ella. Luego, su advertencia sobre las peligrosas bestias que Adonis no será capaz de enfrentar se convierten en la profecía autocumplida de su muerte. ¿Adonis es penetrado por el colmillo de un jabalí o por Venus?

El corrió con su aguda lanza hacia el jabalí,
que no hubiera clavado su diente en él,
porque sólo pensaba en persuadirlo con un beso,
y haciéndole caricias el amoroso puerco,
le hundió sin darse cuenta el colmillo en su
suave ingle. (1111-16).

   Venus parece envidiar al jabalí o directamente se confunde con él en el relato que ella misma hace. Cuenta la leyenda que, al enterarse de la muerte de Adonis, la diosa del amor y el deseo dictamina que, de ahí en adelante, todos los mortales enamorados estarán condenados a sufrir. En el libro de Ovidio, Adonis se convierte en una flor con pétalos colgantes y blandos que no pueden durar.

   Cleopatra corporiza el apetito insaciable y adictivo de la lujuria. Su deseo irrefrenable se concreta en el dominio. Es la reina del Nilo que conquista al conquistador romano. Ese general, comparado con el mismísimo dios Marte en la Tierra, es ahora el bufón de una zorra. Él, que es uno de los tres pilares del mundo, no es más masculino que Cleopatra, según se mofan sus pares generales. Y ella, que lo nombra como mi hombre entre los hombres, hace de su dependencia fálica un vicio capaz de cualquier treta, mentira o manipulación. A Marco Antonio incluso le resulta arduo partir por los funerales de su esposa. ¿Puede Fulvia morir?, le responde Cleopatra, minimizando hasta la muerte en pos de su deseo de retenerlo. Para Marco Antonio partir es romper cadenas. Reconoce que está cautivo pero también integra un círculo de retroalimentación erótica: el nunca-cansado de lujuria, como lo llama Pompeyo.

   De alguna manera, Antonio también disfruta de la Cleopatra fálica. La llama mi serpiente del antiguo Nilo y le concede su espada. Serpiente y espada son dos símbolos fálicos por excelencia y dominan la producción de significado hasta el final de la obra. Sobre tu espada se sienta la victoria, le dice Cleopatra, y así también la guerra se hace espacio sexual. En el entorno cómico de esta tragedia fulgurante, sirvientes, mensajeros y adivinos son espejos de los excesos en que se consumen y confunden los personajes. Aquí viene Antonio, dice Enobarbo. No es él, es la reina, le responde Charmian, sirvienta de Cleopatra. Es que Cleopatra consume y abduce a Marco Antonio. Y cuando él ya ha jugado hasta su carrera militar al retirarse de una batalla por seguirla, asegurando la derrota y escenificando la torpeza, la muerte vendrá no de una apoteosis militar por honores sino de otra infantil trampa de su reina. Ella le hará decir que está muerta y él, desolado, se quitará la vida. Allí, en la baldosa misma de la finitud, se apreciará más claramente el sentimiento amoroso que también ha resultado opacado por el remolino permanente de posesión y deseo. Todo derivará en un retiro heroico de Cleopatra, la más sutil y formidable representación femenina de Shakespeare, en una pieza que para Harold Bloom es la verdadera obra maestra del bardo, más aún que Hamlet El Rey Lear .

   El suicidio de Cleopatra es un verdadero acto sexual, como lo remarca Stanley Wells. Ella le hace creer a César que le rendirá lealtad pero pide que le lleven secretamente la serpiente del Nilo que mata y no provoca dolor.  A lo largo de la obra se utiliza el verbo die, morir, como forma popular para referirse al orgasmo. Para Cleopatra, la muerte será un orgasmo con una serpiente y en clave mística para unirse a quien considera su esposo: Marco Antonio. ¿Me comerá?  le pregunta juguetona al Bufón en la hora final.  Ni el diablo mismo comería una mujer, le responde él. Cleopatra se pone su corona, toma la serpiente y la lleva a sus senos. Come, que puede traducirse del inglés como ven, es la primera palabra que expresa, con innegable alusión al orgasmo, antes de ser picada. ¡Oh Antonio!, exclama ella, ya en trance. Pide otra serpiente que muerde su brazo. Te tomaré a ti también. ¿Para qué debería quedarme aquí?  Y muere.

   Cleopatra, Venus, Lady Macbeth no son fálicas por ejercer poder o romper con códigos de dominio masculino. Son mujeres fálicas porque terminan engullidas por una masculinidad insustentable que trasvasa sus sentidos de la realidad. Casi precursoras de Freud.

Cristina Pérez
    








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