martes, 15 de octubre de 2013

Botiquín de amor celta



   Entre las nieblas de Escocia, sus lagos, las montañas y los verdes valles que Paul Mc Cartney cantara en su inmortal Mull of Kintyre, habita una raza especial de mujeres. Fueron ellas, las vikingas nórdicas escocesas, pura sangre celta y corazón valiente de las Highlands, las que me provocaron un impulso de fuerza erótica muy distinto al que venía acostumbrada durante mi planetario tour por Gran Bretaña en julio pasado. Hablan un inglés muy distinto, van sonrientes y decididas, muchas de ellas son góticas y a la vez pelirrojas, una combinación exótica de rara elegancia y desborde de vigor sado femenino. 

   A plena luz del dia, sobre Princes Street, la avenida principal de Edimburgo, frente al antiguo y famoso Edinburgh Castle, se encuentra una de las sucursales escocesas de Ann Summers, como una perla de placer que refulge entre las tiendas y los negocios para turistas. 

   Ingreso al local después de haber tomado una foto del maniquí de la vidriera, una muñeca encorsetada con aires de burlesque, emergiendo sin pudor alguno. Para mi sorpresa, no me recibe ese típico ambiente sórdido machista - sexshoppinero. No tiene aspecto de ferretería ortopédica, llena de objetos extraños y  falos de diversos tamaños. Todo  allí es sensualidad sado - femenina, es Eros y Masoch, es Afrodita copulando con Sade. St Andrews desde la cruz del deseo.

   Sus estanterías, percheros y misteriosos cajoncitos derraman para mi vista acharoladas prendas de lencería, recargadas de cordones, detalles de botonería y plumíferos accesorios. La música ambiental es burlesque jazzera y la iluminacion aunque tenue me anarcotiza y relaja. Cada objeto tiene uno de muestra, cada muestra tiene precio y descripción. Los colores que me envuelven son negro, diversos tonos de rosa, rojo, la gama completa de lilas y violetas y algo de blanco en tules y plumas. En todos los talles. No exagero si afirmo que  cada uno de los productos debería estar en el closet de cualquier mujer adulta, más allá de su inclinación sexual. Ann Summers es un botiquín de amor sexual.

   Pero hay algo en el ambiente que Me incomoda, lo admito. Después de unos minutos, descubro la causa. Entre los trajes, disfraces o costumes, la mayoría son aquellos que tienen alto contenido femenino típicamente sumiso, para ambientar la fiestita masculina. La azafata, la enfermera, la mucama, la colegiala, la chofer, la policia, etc. Los examino detalladamente; la calidad y el diseño son excelentes, muy superiores a lo que estoy acostumbrada cuando recorro nuestros locales dedicados a ese rubro. Entonces me pongo un poco mal. No puedo con tanta feromona dom martillándome en las sienes y me dirijo a una de las amuñecadas vendedoras: Excuse me, have you got any female - vampire, or cat woman or gothic queen costume?

   Con una dulce sonrisa muy comprensiva, me responde: I´m afraid we haven´t Madam, pero Usted habla español, soy Colombiana, en que puedo ayudarla?

   Confieso que el saber que esa vendedora hablaba mi idioma familiar, me sentí en algo cohibida y quizás investigada por estar en aquellos lares en donde nació Arthur Conan Doyle. Cuan libres nos solemos sentir cuando viajamos, lejos de los juzgados sociales a que estamos acostumbradas. Sentí como si alguien me hubiera descubierto en mi privacidad, una sensación que había bajado desde Princes Street a la menos liberal Buenos Aires. Así que no me salió palabra sobre mi fetiche y mi sadismo erótico. Sólo tomé lo que más deseaba que eran unas medias de latex acordonadas en la zona posterior, una fusta muy bella con forma de corazón valentine calado y un costume de mafiosa (era lo más osado  para mi estilo, así me pareció). Me apuré a salir ya que la otra parte de la familia estaba esperando en el hotel.

   Las vikingas seguían comprando en las tiendas como si fuera el fin del mundo. Algunas compraban en Ann Summers. Mi dominado marido pagó y así me fui con mi compra escondida aunque siempre es difícil esconder una fusta. Como nunca me aguanto demasiado tiempo sin estrenar lo nuevo y no tenía demasiadas ganas para una salida nocturna en una ciudad casi desconocida, busqué la forma de llevarme un souvenir de la ciudad pelirroja. Esa noche en Edimburgo, a mi dominado marido, le llegó la mafia enfundada en fetish hosery, y al ir al breakfast dijo tener unas marquitas con formas de corazón en sus nalgas. No necesitó (tampoco nos gusta beber alcohol) probar el célebre scottish whisky para ver maravillas....

   Me llevo un gran recuerdo de esa tierra de valientes y de sus Big Beautiful Girls, sucesoras de Mary Stuart, tan blancas, tan pelirrojas. Ladies of their castles, tan sádicas en sus cabellos, tan sensuales en la blancura de su piel, tan femeninas en las curvas de sus generosos cuerpos. Wish I were there. Prometo que volveré.




jueves, 3 de octubre de 2013

Halloween sado, sensual y femenino


Angelina Jolie, embrujada





I don’t need to dress up. Halloween is every day of my life.

Keith Richards, 31/08/1994, (onstage in Oakland, USA).                                                                                                                                                                      

   Halloween en mi vida argenta no representaba nada más que algo gringo importado hasta que fui adentrandome en la historia de las tradiciones y su contenido pagano. Me di cuenta que todos los pueblos necesitan de un Halloween, llámese como se llame. Lo primero pasa por la aceptación de la existencia de un espiritu del mal, algo oscuro, algo implicitamente vivo que se resiste a morir, la libido, lo oscuro de desear lo indefectiblemente deseable. Así como no hay una historia única sino que cada uno lleva la suya a cuestas, todos llevamos un Halloween personal que descubrir, celebrar y expiar

   En algunos de nosotros el espiritu de Halloween es muy intenso. No se reduce a un premeditado encuentro anual sino a periódicos estados de paganismo erótico  que superan toda la moralina almacenada en los cánones de los libros sobre la sexualidad de los vivos para anclarse en el prohibido placer del más allá. El sádico Marqués y la Venus de Masoch, la osadía de Marlene y el andar de Catwoman, la inocencia sissificante que transmiten Marilyn y Caperucita Roja, el arte audiovisual de la expresión de Madonna y la carcajada del Joker. Y por supuesto, en primerísimo plano, mi más amada sonrisa de Bettie Page. Es como si estos elementos envenenados nacidos bajo el estigma de cientos de sacrilegios surgieran en la vida real de alguna forma u otra en cada sesión, en cada encuentro, en cada texto y comentario de este blog, en cada contacto escrito con mis conocidos foreros o facebookeanos. 

   La noche pone su gracia y tiñe desde adentro Mi necesidad de conexión sádica con esa mínima parte de la humanidad que comprende que en esta vida, ésta, la única que tenemos, es donde realmente podremos expresar nuestro deseo por la sensualidad. Negar ese Halloween que se agita dentro de nosotros sería como conducirnos a la fiesta de los vivos, pero mirarla desde afuera. Pues Halloween se planta desde la anti-santidad, el duelo de lo anhedónico, desde el repudio a la norma inquisidora, una cristalización de los miedos internos. El temor  a caer en aquel peor de los pecados borgianos: el de no haber sido feliz. 

   Yo siento que este Halloween es Femenino. Es una historia altamente Persefonense, es Proserpina, es volver al Hades a través de un ritual tan pagano como seductor. Es conectarse con la tierra, para volver a ella purificados. Explorando mi espíritu sado, sensual y femenino, me encuentro con el ávido sentimiento de Halloween que vive en el otro. Es un camino que tiende a cerrar ciclos antes que mueran  y a abrir ciclos antes que den a luz. Es Stevenson reescribiendo a una Mistress Hyde de entre las piernas de Dr Jekyll.  Es vivir en naranja, negro y morado. Un Carnaval del carnaval. Un ponerle una máscara a la máscara. Un juego de roles que se la juega en la vida misma. Raros hasta la médula, los fetichistas rendimos culto a nuestro erotismo fuera de todo molde, lejos de todo oráculo, actores de la acción. Sin comernos el verso de tanto relato ficticio y tanto comercio con nuestras fantasías que se hacen realidad periódicamente y siempre con la mente en estado de celebración de las emociones sexuales.

   Porqué negarlo, nada nos alcanza, somos insaciables. Queremos siempre más. Buscamos vampiros para entregarnos voluntariamente, pues definimos nuestro estado vital como No doy más, Lo que daría por esto, Si no lo hago voy a morirme, Prefiero morir que vivir sin esto o aquello, entre tantos disparos al morbo enjaulado. Dejar fluir la gracia femenina, la curva peligrosa, el demonio de los ojos cerrados, el multiorgasmo, la risa muejejeje, el traje de lentejuelas, lo perverso del lenguaje, el charol de tacos altos, el fulgor de un escote pronunciado, el masoquismo, el triskel celta, la felina sensación sedosa de una espalda de mujer. Un Halloween sin duelos, una festividad del placer.

   Sado, Sensual y Femenino es Halloween. Mi vida es Halloween. Un mundo de caretas, noches, tratos, cultos, renaceres, trucos, endiosamiento, diabluras, cosechas. Los invito a que se reencuentren con su Halloween con esa víspera de su propia santidad. El rol somos nosotros. Cuando somos Halloween, somos Venus y el Marqués. Pues ser sado puede ser tu vida y el ser vainilla, esa disciplina que a veces hay que practicar. 





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