domingo, 14 de diciembre de 2014

La poderosa y los apoderados



 

    

   No hay dominación y sumisión sádica si solamente hay consensos de por medio. La proclamación del sensato, seguro y consensuado resulta útil para demostrarles a los de ahí afuera que de este lado de la barra no somos secuestradoras ni esclavistas del siglo XVI. Pero a Mí no me importa demasiado lo que otros piensen y a los que desean esclavizarse a mis pies tampoco les interesa demostrar nada. El consenso previo nos corta las alas y ni yo podría volar ni ellos podrían volar conmigo. Una vez que mi poder se ha puesto en marcha sobre mi víctima elegida y ella manifiesta con palabras o actitudes su excitación, mando yo. Así es la esencia de Mi juego.

   Desde el momento que por algún motivo se estableciera un consenso, podría estar gozando del sexo pero no sería sadismo. Se desvanecería en el aire esa mezcla deliciosa y tan femenina de capricho y autoritarismo que es el sello en el puente levadizo que abre nuestro castillo de Dóminas. Nadie obliga al sumiso a jugar. Pero si suspende el juego o simplemente lo condiciona por la causa que sea, deja de ser sumiso. Consenso mata sumisión y, ay!.. suele pasar que si no es sumiso, casi siempre deja de interesarme.

   Los que saben de BDSM suelen hablar del EPE (erotic power exchange) como una transferencia de poder que el sumiso hace hacia el dominante, de acuerdo a sus reglas y límites. El BDSM así entendido no es más que un juego de roles. La sesión empieza con la disposición de los participantes a cumplir con los roles estipulados y termina cuando los roles desaparecen. No existe el poder neto. El círculo se cierra en el mismo punto en donde se abrió: en igualdad.

   El sadismo y el juego de roles son cosas diferentes porque los universos de placer de ambos son opuestos. El goce del esclavo está en las antípodas de un cualquier consenso con su Ama. El goza cuando la siente poderosa, cuando siente que ese poder se ejerce sobre él y a mayor poder de ella, mayor goce de él. Pero quien dispone de un poder que le es entregado bajo consensos, en realidad no tiene poder alguno. Sólo es un apoderado. De la misma forma en que hoy le entregan un poder limitado, mañana pueden quitárselo para dárselo a otro.

   Dicen todo el tiempo en todos lados: el consenso evita abusos. Yo respondo que las Dóminas que gozamos con los servicios galantes que los sumisos nos brindan y que nos negamos a ser la mano castigadora de neuróticos/as autodestructivos/as, no tenemos porqué aceptar las pautas de consenso que proponen quienes juegan duro llevando la acción hasta el borde de las lesiones o de la muerte. A Mí no me interesa estar al servicio de las fantasías masocas de nadie. No tengo ninguna necesidad de cubrir mis actos con el manto del consenso para justificar el porqué de lo que hago.

  Si la excitación que te sacude el alma sólo llega ante la idea de que una mujer seductora te someta mediante el poder de su femenino y sensual sadismo, no creo que te convenga perder tiempo intentando conciliar tu excitación con las reglas de un BDSM codificado por hombres que no son otra cosa que apoderados.







lunes, 8 de diciembre de 2014

Cosplay Jessica Rabbit



 


    Para los británicos, la femme fatale Jessica Rabbit es el personaje de dibujo animado más sexy de la historia. La coronación de la mujer de Roger Rabbit es resultado de una encuesta realizada por la marca de chocolates Cadbury en la que Jessica se llevó el 37% de los votos, dejando en segundo lugar a Betty Boop, que recibió el 21 por ciento.  Para el 28% de los encuestados, el cuerpo es el factor determinante del atractivo de una mujer, por muy dibujo animado –plano– que sea. Le siguieron, en orden de fijación, los ojos y la voz. Este último, sin duda, se combina de manera explosiva en el caso de Jessica Rabbit, que en el film de Robert Zemeckis tuvo la voz de Kathleen Turner en aquel cuerpo de curvas perfectas, aunque su nombre no figuró en los créditos oficiales.

    El film de 1988, una historia noire y policial, sorprendió por su mezcla de personajes animados que interactuaban con actores reales, como su protagonista Bob Hoskins, que interpretaba al detective Eddie Valiant, un señor que tiene que hacer serios esfuerzos para no caer en la tentación cada vez que la sinuosa Jessica se le cruza en el camino. Lo gracioso es que Jessica llevaba su sensualidad como una carga: No sabés lo duro que es ser una mujer con el aspecto que yo tengo, le decía al embelesado Valiant, que replicaba entre balbuceos: No sabés lo duro que es ser un hombre mirando a una mujer con tu aspecto. A lo que ella remataba con su frase más célebre, la que la transformó en un ícono de la historia de la animación moderna: Yo no soy mala, sólo fui dibujada así.

   Me quiero despedir del 2014 con la ganadora del concurso Cadbury. Algunas de sus célebres imágenes están en esta entrada, pero lo que hoy traigo a mi blog son doce chicas cosplay homenajeando a Jessica. La famosa cosplayer Yaya Han es el mes de julio y la imponente drag queen Cassandra Cass el de enero y junio. Si hablamos de Cadbury, que mejor que doce bombonas con las mas sensuales y deliciosas curvas?
 

Enero


Febrero

 
Marzo

 
Abril

Mayo


Junio

 
Julio

 
Agosto

Septiembre

 
Octubre


Noviembre


Diciembre

 Fuente: http://cartoonando.blogspot.com.ar/2009/03/jessica-rabbit-el-personaje-animado-mas.html

martes, 2 de diciembre de 2014

Sade. Doscientos años de su muerte

   



   Una visión particular de Mario Vargas Llosa con respecto a los doscientos años de la muerte de Sade, que se conmemoran hoy.

El divino marqués de Sade en el museo

   Donatien Alphonse François, marqués de Sade (1740-1814), ha entrado en el panteón cultural de Francia por todo lo alto. Su obra dejó de estar prohibida hace medio siglo, ha sido editada en tres volúmenes por la más prestigiosa colección literaria, la Pléiade, y ahora el Museo de Orsay le dedica una vasta exposición: Attaquer le soleil (Atacar al sol). De este modo, la frivolidad del siglo en que vivimos -la civilización del espectáculo- va a conseguir lo que no lograron gobiernos, policías y la Iglesia, que a lo largo de dos siglos lo persiguieron con encarnizamiento: acabar con la leyenda maldita que rodeaba al personaje y a sus libros y probar que ni aquél ni éstos eran tan peligrosos ni malignos como se creía. Y que, a fin de cuentas, aunque sus ideas resultaban, sin duda, bastante apocalípticas y escabrosas, como escribidor era recurrente como un disco rayado y, pasados algunos sobresaltos, generalmente aburrido.

   Para disfrutar a Sade era indispensable la nerviosa clandestinidad, procurarse esas ediciones de catacumba como las codiciables que se exhiben en el Museo de Orsay, casi siempre con pies de imprenta falsificados y que se salvaron de milagro de los secuestros e incineraciones, y sumergirse en sus páginas con la sensación de estar transgrediendo una ley y cometiendo pecado mortal. Como hoy en día Las 120 jornadas de Sodoma, Justine o los infortunios de la virtud y Juliette o las prosperidades del vicio se venden en las más respetables librerías y se pueden leer en todas las buenas bibliotecas, su atractivo es bastante menor y, como ocurre siempre con la literatura monotemática, tanta ferocidad recurre de tal modo en sus páginas que deja de serlo y se vuelve juego, irrealidad. En la inmensa obra que escribió hay, me parece, apenas una genialidad literaria: el breve Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, en el que luce un pensamiento condensado y firme, sin las retóricas blasfemias y los morosos discursos exaltando las depravaciones, la traición y los crímenes que entumecen sus otros libros, tanto los históricos como los eróticos.

   Para disfrutar a Sade era indispensable la nerviosa clandestinidad.

   La exposición del Museo de Orsay, excelente, tiene como comisaria a Annie Le Brun, gran conocedora de Sade y autora de un sutil ensayo sobre él, y muestra algo bastante obvio: que el sadismo no lo inventó el divino marqués, pues la literatura y las artes plásticas ya habían descrito la crueldad y la violencia sexual con imaginación, audacia y belleza desde los tiempos más antiguos. Pero es verdad que probablemente ningún artista, escritor ni filósofo fue tan lejos como él en la exploración de esas profundidades humanas donde deseos e instintos entremezclados producen formas indecibles del horror. Goya, naturalmente muy presente con grabados y pinturas en esta muestra, lo sintetizó de manera luminosa en la leyenda de uno de sus aguafuertes: "El sueño de la razón produce monstruos". Sade mostró en sus novelas que los deseos sexuales, exonerados de todo freno, convierten al ser humano en una máquina depredadora y carnicera y que una sociedad que los dejara desplegarse con absoluta libertad podría llegar a acabar con toda forma de vida en el planeta.

   Esa aterradora utopía la defendió de manera teórica en sus escritos literarios y filosóficos, en nombre de un individualismo sin fronteras y un ateísmo apocalíptico, pero, en la vida real, sus excesos fueron, en verdad, limitados, si se los compara con los de cualquier dictadorzuelo tercermundista, no se diga un Hitler o un Stalin. La verdad es que se pasó buena parte de su vida en cárceles y manicomios, o huyendo de sus perseguidores, y que en su prontuario delictivo no hay un solo crimen, sólo azotes a algunas prostitutas y, lo más grave, haber hecho tragar a otras unas pastillas que producían cuescos, pestilencia que, por lo visto, lo inflamaba hasta el delirio.

   Lo que es una lástima es que no escribiera su autobiografía, porque lo que sabemos de su vida, aunque no es mucho -su mejor biografía la escribió Gilbert Lely, un compañero mío de la Radiotelevisión Francesa, que, cuando no estudiaba al divino marqués, se ganaba la vida como locutor-, revela a un aventurero de polendas. Estuvo dos veces condenado a muerte y las dos se fugó de la cárcel, secuestrando, en una de ellas, de paso, a su propia cuñada, que era monja. Cuando el pueblo de París asaltó la prisión de la Bastilla, donde él estaba preso, exhortó a las masas revolucionarias, desde un balcón, para que abrieran todas las rejas en nombre de la libertad. En una de sus breves temporadas sin cautiverio, fue un activo revolucionario, pero los jacobinos lo consideraron demasiado "moderado" y lo condenaron por ello a la guillotina; lo salvó la oportuna muerte de Robespierre. Pero quizás el período más extraordinario de su vida fue su encierro en el manicomio de Charenton, donde escribió la mayor parte de sus libros y donde se dedicó a montar representaciones teatrales de su invención con los locos como actores, espectáculos que atraían, se dice, a las familias parisienses más ilustres.

   Al malvado más famoso de la literatura nunca le faltaron mujeres y, aunque fue un gordo fofo precoz, como sus horrendos personajes libidinosos, los testimonios femeninos sobre él -salvo los de su esposa legítima, Renée Pélagie de Montreuil, que lo mandó a la cárcel y al manicomio cuantas veces pudo- hablan de un hombre encantador, refinado y elegante en su trato y de una galantería irresistible con las damas. Siempre se declaró un pacifista y, el colmo de los colmos, hasta escribió un manifiesto contra la pena de muerte.

   Como todos los grandes escritores malditos, Sade despertó siempre pasiones, tanto en sus admiradores como en sus detractores. La muestra del Museo de Orsay da cuenta sobre todo de los primeros, y, entre ellos, principalmente de los surrealistas que le hicieron homenajes, algunos deslumbrantes, como el retrato imaginario de Man Ray, de 1938, o las obras inspiradas en él de Hans Bellmer. Más aún que la literatura, la pintura y el cine modernos delatan resabios sadianos, por lo menos en la selección de obras de la exposición. Entre las películas son sin duda las de Buñuel las que parecen más directamente inspiradas en las propensiones del divino marqués, sobre todo en las escenas perversas de Él, con Arturo de Córdova, que reciben al visitante en la entrada de la exposición. Quizás lo que falte en ella sea una mayor presencia de Freud, quien, no como literato ni artista, sino como psicólogo se adentró por las mismas cavernas de la intimidad humana que Sade y dio una explicación racional totalizadora a lo que el divino marqués conoció a través de la intuición, sus propios fantasmas y la imaginación, la existencia de esa violencia empozada en el fondo irracional de la persona humana, que encuentra en el sexo una vía privilegiada de expresión, algo que la civilización modera luego en formas más benignas, creativas en vez de destructivas, aunque sin erradicarla nunca del todo. Lo que significa que, como ha ocurrido y sigue ocurriendo en medio de las sociedades más avanzadas, la violencia estalla a menudo de manera incontenible, no sólo a través del deseo individual ciego, también en todas las formas colectivas posibles del fanatismo, desde el religioso hasta el político y el ideológico. Paradójicamente, el terrorismo que en nuestros días vuelve a hacer de las suyas por el globo, aunque los terroristas no lo sepan, es el mayor homenaje que rinde nuestra época al divino marqués, al que, aunque había pedido ser enterrado en una tumba laica y sin nombre, se le hicieron honras fúnebres muy católicas en el manicomio de Charenton, donde murió, apaciblemente, a sus 74 años de edad.


Mario Vargas Llosa.

http://www.lanacion.com.ar/1740810-el-divino-marques-de-sade-en-el-museo

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Hellfire Club. La historia de un templo Femdom







   La revista Tacones Altos, versión española de la estadounidense Leg Show, fue en la Argentina una verdadera Biblia del sexo fetichista en idioma castellano allá por los años noventa. En uno de sus números mensuales del año 1998, su editora Dian Hanson nos preguntaba, desde el título de su columna "Que hiciste tú durante la Revolución Sexual?" Dian nos cuenta así algunas de sus vivencias como Dómina en la vida nocturna neoyorquina de los años setenta.

    No se pueden imaginar como era la comunidad dedicada en la Nueva York de 1977 a la industria del erotismo. Entonces sí que vivíamos como las pornógrafas que éramos. Las fiestas eran maravillosas y muy perversas, los clubes eróticos nos daban entrada gratis y allá en 1978 abrió el primer club sadomasoquista con local propio. Como muchas otras, yo empecé yendo al viejo Hellfire Club....

    Mistress Mistress!!!..empezaba a sonar, nada más cruzábamos la puerta. Las mujeres entrábamos sin pagar y siempre estábamos superadas en número por los ansiosos machos suplicantes. Mistress..puedo invitarle una bebida? nos suplicaban. Y a quien no le gusta que le inviten un trago? Mistress necesita un chico para la limpieza? y te ponian en la mano una tarjeta en la que se listaban sus habilidades caseras. Para cuando acababa la noche, tenías un montón de tarjetas, algunas profesionalmente hechas, de los servicios que ofrecían los sumisos. Mistress..desea sentarse? y te traían una silla o el sumiso se ofrecía él mismo como mobiliario vivo....

    En ese club también tuve mi introducción al sexo del pie. Un patético anciano, con un taparrabos y un collar de cuero fue el primero en preguntarme: Puedo adorar sus pies, Mistress? Eso ocurrió en mi primera visita y me había estado siguiendo desde que había entrado, veinte minutos babeando mientras miraba mis pies metidos dentro de unas sandalias de altos tacones. Mis compañeras me animaron a dejarle hacer y yo, francamente, sentía curiosidad......Y aunque jamás lo hubiera tenido en cuenta como compañero de cama, el estar allí sorbiendo una bebida y hablando con mis amigas mientras él me lamía los pies, me resultó tremendamente excitante. Después de esto, tanto mis amigas como yo siempre consideramos el servicio a nuestros pies como una cosa normal en las noches que íbamos de clubes. Es lo más cerca que jamás haya estado de esa decadencia que se les supone a la nobleza de la antigua Roma. Algunas noches mis pies eran mimados por cinco o seis hombres y lamidos por tres o cuatro. Y todo ello sin una auténtica interacción verbal.....

   Admito que éramos unas Dóminas muy vagas, que aceptábamos las bebidas, las tarjetas de servicios, los masajes y la adoración y no dando casi nada a cambio; pero donde puede un hombre, hoy en día, saborear los pies de mujeres desconocidas y vivir sus fantasías al precio de unos pocos tragos? Tambien creo que éramos más auténticas que la mayoría pues estábamos motivadas por nuestros propios deseos y no interpretábamos una escena coreografiada por el sumiso para su solo placer....

    La columna adopta en los párrafos siguientes un aire nostálgico. Con el fin de los años setenta, la cocaína se vuelve una rutina en el mundo de las discotecas neoyorquinas. El glamour de la adoración fetichista le cede el lugar al SM cada vez más duro y agresivo. Dian cuenta que ella y su grupo de amigas dejaron de ir a los clubes cuando el  consumo de drogas se volvió moneda corriente sumado al abuso en prácticas cada vez mas extremas. El golpe de gracia llegó cuando el SIDA se volvió pandemia y la mayoría de los clubes de sexo debieron cerrar sus puertas. De todas formas, cuando quienes manejan un club nocturno pierden el rumbo y se olvidan de privilegiar el confort y la satisfacción de las damas, sólo es cuestión de tiempo para que les llegue la inexorable sentencia de cierre. El negocio de la noche siempre ha sido un territorio extremadamente sexista.

   Estoy contenta de haber experimentado los años setenta y de haber sobrevivido para poder contar estas historias. Y lamento que no pudieran haber estado allí, cuando a las mujeres les gustaban tanto los fetiches como les gustan a ustedes.
   
Dian Hanson






Fuente: Tacones Altos N° 48, septiembre 1998.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Magenta y las pinups a la italiana



Magenta

 
   Nik Guerra es un dibujante italiano (un maestro más que nos ha legado esa maravillosa escuela del comic) nacido en Massa Carrara en 1969.  Un verdadero genio del cartoon y el esfumado. Magenta, nacida en el 2000, es su máxima obra de arte; una explosiva pinup dueña de todas las curvas y fetiches necesarios para colmar toda fantasía posible. Los ojos mas gatunos con los guantes más largos, los peinados mas sexies  y las expresiones más perversas, uñas extralargas y tacos superaltos, todo eso metido adentro de corsets siempre a punto de explotar.   

   Así fue como describí a Nik Guerra y a su diosa fetiche en agosto del 2012. Hoy traigo a mi magazine a las otras chicas que acompañan a Magenta en la obra de Guerra.  Todas curvilíneas pinups a la italiana, con caderas prominentes y pechos explosivos. Gelidia es la menos conocida, con sus bucles dorados y su melena larguísima. Charlotte y Djustine son dos rubias al estilo Bardot, si bien Djustine reconoce un pasado diferente, nacida del lápiz de Enrico Teodorani. Cocó Von Sade es la reina del ladylike, con sus grandes sombreros y vestida por los mejores diseñadores. Y finalmente Lucrezia, la rubia de corte carré, siempre dispuesta al coqueteo lésbico con Magenta. Aquí están Magenta y sus amigas, by Nik Guerra.


 
Djustine

 
Charlotte

 
Cocó Von Sade

  
Gelidia

 
Lucrezia
 
 
Cocó Von Sade

 
Gelidia


Lucrezia


Charlotte

 
 
Cocó Von Sade

 
Djustine


Lucrezia

 
Gelidia




Cocó Von Sade



Djustine





Lucrezia


Lucrezia y Magenta


Lucrezia y Magenta


Lucrezia y Magenta


Cocó, Charlotte, Magenta, Lucrezia y Gelidia

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Crossdressing: el vestirse de mujer (la mujer que me gustaría ser)




Modelo cross by Suddenly Fem










   I try to dress like a "real" woman.   What I don't do is dress like a hooker. No six inch heels, no short miniskirts, no overdone makeup, etc. I think that's the mistake many crossdressers make.
                                           
   

  Neither crossdressers nor women dress like that by mistake - it's very much on purpose. And aren't hookers real women too?











    Cuando tengo un rato libre en Internet,  me gusta zambullirme en sitios variados  sobre temáticas sexuales o fetichistas. En especial, en los antiguos foros, que permiten un ida y vuelta en ideas que es raro de observar en Facebook. Las dos frases que abren esta columna corresponden al foro Crossdressers.com y al hilo llamado Do you try to dress like a real woman? Como suele ocurrir en los foros, el debate se construye sobre debates anteriores, debates que en los sitios web crossdressers suelen versar sobre 1) consejos sobre moda y belleza, 2) la aceptación o no del crossdressing por parte de las esposas o novias y 3) como salir del closet y pasar como mujer en la calle y la vida real.
   Las dos frases que abren esta columna fueron extraídas de ese hilo de debate y sintetizan las posiciones opuestas. La primera frase resume la postura predominante, que critica todo aquello que llama excesos en el vestirse o en el maquillarse cuando un hombre se viste de mujer. Conociendo el panorama, no me extraña demasiado: Crossdressers.com es un sitio web norteamericano frecuentado por crossdressers mayores de cincuenta años de ciudades chicas del interior de los Estados Unidos. Un ambiente de estricta moral que tiende a seguir un comportamiento ético hasta cuando se deciden a cambiar de sexo.
   La mayoría de las opiniones resaltaron la importancia del dressing for the ocassion, de acuerdo a la edad y a la situación. De todas las opiniones, me quedo en particular con una, en donde la forista se explaya sobre lo que ella denomina la pubertad trans (Transgender puberty) como un período en el que las crossdressers descubren su lado femenino y en cada oportunidad que tienen se visten y se maquillan exageradamente, recalcando su afeminamiento hasta el detalle buscando ansiosamente sentirse mujeres bellas y deseables. Algo parecido a lo que vivimos muchas chicas biológicas durante nuestra adolescencia, cuando nuestros pechos comienzan a crecer y nos enamoramos de la imagen que devuelve el espejo, mientras acariciamos nuestros erectos pezones. Las chicas cross que viven esta etapa de descubrimiento sensual jamás se bajan de los tacos altos, usan siempre lencería sexy combinada con las faldas más cortas y dedican horas y horas a su arreglo y maquillaje. Muchas quedan fijadas en este período porque su ensueño masturbatorio las colma de satisfacción pero otras evolucionan hacia la passable crossdresser, la mujer cross que desea ser aceptada en público y negocia bajar su nivel de excitación a cambio de pasar desapercibida. Si sueñas con caminar vestida de mujer en la calle o en algún shopping y usar el ladies toilette  sin llamar la atención ni tener problemas, éste es sin duda el camino correcto. Su opinión puede resumirse en una sentencia: si tu deseo es vestirte como una mujer real, olvídate de los excesos.
   La otra postura, minoritaria pero combativa, se resume en la segunda frase y enmarca a quienes ponen su fetiche y su placer por encima de cualquier causa. Una de ellas argumentó que los diseñadores de zapatos altos, lencería,  maquillajes osados y outfits sexies y fetichistas en general no piensan originalmente en crossdressers cuando desarrollan sus modelos. Lo hacen por y para las mujeres genéticas. Vestirse como una mujer real también es tirarse el placard encima con ropas exageradas y provocativas. Embanderada en esa línea, una segunda voz  provocó con un...  no sé si mi estilo es el de una trashy hooker, quizás lo sea, pero...quien me asegura que yo no sería una prostituta si hubiera nacido mujer? Acaso las prostitutas no son también mujeres? Lo que desarrolla a continuación es simple pero a la vez muy inteligente: si existen formas correctas y formas equivocadas para el crossdressing, eso significa que para las mujeres también existen formas correctas y equivocadas de vestirse. Si una mujer o una crossdresser elige un look atrevido de esos que son clasificados socialmente como vestirse de puta, pónganle la firma que no lo hace por error, como lo afirma la forista de la primer frase (I think that's the mistake many crossdressers make) Por el contrario, ella lo hace a propósito, sea por interés o por su propio goce. Porqué debería ser considerado incorrecto?  



   Querida chica cross que a lo mejor luchas contra el estereotipo: me atrevo a recordarte que el vestir de mujer con un estilo conservador y convencional no deja de ser tan estereotipado como lo es el estilo opuesto de la travesti callejera que tanto rechazas. Creerse una mujer real porque no vistes como una puta o como una drag queen es venderte a vos misma otra ilusión porque en el fondo del asunto todas las chicas crossdressers no dejan de ser hombres que se visten de mujer. Vestir casual en lugar de sexy no te vuelve más real. Sigues estando a la misma distancia de la mujer real que la muñeca amariconada que espera ansiosamente su fiesta trans para poder pintarse los labios en público desde la altura de sus botas thighhighs y su peluca pelirroja o rubia platino. Cada una a su manera,  las dos viven su ilusión de afirmarse a través de un estilo en el que creen que se encuentra el rol femenino y con él, el placer de sentirse mujer.

   Si yo hubiera participado en el debate, a continuación de un emoticon de sonrisa, me hubiera preguntado en voz alta si muchas foristas crossdressers quizás ya estén tan avanzadas en su transitioning que sin quererlo han caído en esa trampa tan mujeril de la envidia femenina hacia la chica sexy que consigue robar toda la atención vistiéndose de brillante negro, pavoneándose femeninamente al caminar o al bailar o cruzando sus piernas ennylonadas para lucir orgullosa sus flamantes y altísimos tacones. Las mujeres critican a la slutty girl porque saben que los hombres siempre le irán detrás. Que la slutty en cuestión sea girl o cross, no cambia la cuestión. Tampoco cambia demasiado que las mujeres que la critican sean biológicas o trans.




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