miércoles, 16 de marzo de 2016

Videoteca. Corsettes. El Siglo XIX


   El nacimiento de un fetiche en nuestra cultura es siempre tema de dicusión; cómo y cuando nace y qué factores sociales influyen en su origen. En el caso del corsette voy a ser tajante; a diferencia de otros fetiches, cuyos orígenes se pierden en una nebulosa imprecisa en donde nadie puede definir cuando dejaron de ser una prenda de vestir y pasaron a ser un excitante accesorio sexual, el fetiche del corsette tiene un momento único y fundacional que se ubica en la pantalla grande. En una inolvidable escena de Gone with the wind, uno de los más grandes clásicos de todos los tiempos y ambientada en el sur esclavista de los Estados Unidos de mediados del siglo diecinueve, Vivien Leigh en su consagratorio papel de Scarlett O'Hara le ordena a su esclava negra que le ajuste las tiras de su corsette hasta que su cintura alcance la medida que ella desea. A esta escena inolvidable se le suman otras nueve para conformar Corsettes. El Siglo XIX, que está dedicada a diez grandes actrices que lucen la belleza y la seducción del corsette clásico del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Una época mitológica en lo que respecta a la moda y a las costumbres. Vamos a revivirla?   



Nicole Kidman en Moulin Rouge


Puesto 10. Vivien Leigh. Gone with the wind (1939).

Durante dos largos años, mil cuatrocientas candidatas para el papel de Scarlett O'Hara desfilaron bajo la mirada del productor (David Selznick) y de los directores que filmarían Gone with the wind. La elegida fue la inglesa Vivien Leigh, por entonces esposa de Laurence Olivier. Este es el momento en donde Scarlett le ordena a su esclava Mamie que reduzca su cintura; una escena que combina en forma indefinible el poder, la seducción y el deseo y que no pasaría desapercibida a los fetichistas de los años treinta y cuarenta ni tampoco a los que vinieron después.  


 




Puesto 9. Jayne Mansfield. The blonde and the sheriff (1958).

Un film western que nos trae a Jayne Mansfield en su rol de clásica rubia bombshell. Miss Kate comanda en 1880 un hotel que además es un honky tonk en un perdido pueblo del Oeste americano bautizado Fractured Jaw. Atención chicas sissies!, el atuendo y los manerismos de  Miss Kate y sus bailarinas es toda una inspiración!





Puesto 8. María Felix. French cancán. (1954).
 
París, 1888. En el barrio de Montmartre, un empresario de espectáculos está por inaugurar un nuevo cabaret, el Moulin Rouge. La imponente Lola de ojos ardientes y negra melena es la estrella y necesita un sumiso (el mismo empresario) para que la ayude a ajustarse el corsette. Una escena inolvidable para recordar por siempre a María, una gloria de nuestra América latina. 






Puesto 7. Jane Russell. Son of Paleface (1952).

Son of Paleface es la secuencia de The Paleface con los mismos protagonistas: Bob Hope y Jane Russell. No está considerada entre las más célebres performance de Jane si se la compara con The Outlaw (su rol consagratorio como actriz de westerns) o The French Line. Pero basta con verla en el inicio de la escena, cuando desata su liga a sale con un corsette rojo y negro, medias de red y operagloves, desparramando una sexualidad tan exhuberante como su portentoso físico para comprender en pocos segundos porqué Jane desató tantas polémicas y tuvo que enfrentar tantas críticas y censuras. Su nombre de saloon performer es Mike, un nombre masculino, quizás una alusión indirecta a la sexualidad por parte de una de las estrellas femeninas más adoradas por el reprimido y oculto público gay de los años cincuenta.







Puesto 6. Gina Lollobrigida. Beautiful but dangerous (1955).

La historia de Lina Cavalieri, una cantante lírica que además demuestra ser una chica de armas tomar, y de su romance con Sergio, un noble ruso de la familia de los zares, protagonizado por Vittorio Gassman. La escena del duelo a espada entre Lina y su rival Manolita puede resultar un poco larga pero Gina está absolutamente arrebatadora en su traje de mosquetera. Entre los 1:40 y los 2:15 minutos, la aparición de su figura encorsetada es sublime.
 




Puesto 5. Claudia Cardinale. Les petroleuses (1971).

Claudia Cardinale en duelo con Brigitte Bardot en el western francés Les petroleuses (1971), una comedia sin demasiadas pretensiones. Claudia es la indiscutida Madame de un pueblo texano hasta que su poder se ve desafiado por la llegada de un antiguo clan encabezado por Brigitte. En la escena, Claudia improvisa un striptease bajo la mirada de su rival quedando, graciosa y sensual, en corsette y medias. Por supuesto que es aclamada y llevada en andas por el pueblo entero aunque el final de la escena no es demasiado glamoroso para ella.






Puesto 4. Salma Hayek. Wild wild west (1999).

Los personajes femeninos en las películas de cowboys no tiene términos medios. O son las señoras recatadas que se visten según las tradiciones del puritanismo anglosajón o se alinean en el bando de las chicas malas que apelan al corsette y al portaligas como armas de seducción y poder. En esta remake de un viejo clásico, Wild wild west, Salma se alinea claramente del lado de las malas.
 




Puesto 3. Jayne Mansfield. It happened in Athens (1962).

Jayne Mansfield vuelve a lucirse en este topten de corsetería y sube al podio de las tres más Sensuales y Femeninas. Ambientada en 1896 durante los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna en Atenas, Jayne luce un precioso corsette negro y rosa con tazas balcón y portaligas. La antigua y sabia lingerie de la belle époque haciendo magia sobre el cuerpo de una de las más sensuales mujeres de todos los tiempos.
    





Puesto 2.  Marilyn Monroe. River of no return (1954).

La principal elegida en el rubro western no podía ser otra que Marilyn. River of no return es considerada por la crítica como un clásico del género pese a que ella filmó de mala gana, sólo para cumplir compromisos contractuales y tiempo después aseguró que la consideraba la peor de sus películas. Marilyn juega de Kay, una cantante y bailarina de music hall en un pueblo remoto del noroeste de Estados Unidos pero apenas es una excusa para que apreciemos una vez más su perfecta cintura de reloj de arena en dos corsettes diferentes. 






Puesto 1. Nicole Kidman. Moulin Rouge (2001).

Estamos en París en el año 1900 y el Moulin Rouge se rinde noche tras noche a los pies de la más bella y fogosa de las pelirrojas, Satine. Toda la historia de la lencería femenina, plena de sensualidad y lujuria, puede resumirse en esta escena, encorsetada entre sexo y burbujas de champagne. La canción famosa de Marilyn, Diamonds are the best girl friend, completa la sensualidad de la escena.





   Espero que mi selección te haya gustado y también espero con gusto tus comentarios.  Nos veremos cuando me llegue el momento de presentar 10 Sensuales y Femeninas. Corsettes. Los años del New Look.  


Marilyn en el set de River of no return



jueves, 10 de marzo de 2016

Russian Fetish Queen



   For those of you who visited Russia in the 90's and 2000's, you know a secret. The vast country is like a Candyland of sexy women. You know that Russian women are well known for their unique Slavic beauty, high Fashion style and slender physique. When there are so many beautiful women around, it is not easy to stand out.  Eventhough I remain a glamour model, I enjoy being in the role of a Mistress, desirable Goddess, and powerful Dominatrix. It gives me great pleasure to read my fans' most intimate fantasies. 

Russian Fetish Queen 


   La historia de Alya es como la de tantas chicas que se acercan al modelaje y al mismo tiempo descubren el placer fetichista y comienzan a involucrarse más y más en el mundo fetish a medida que sienten crecer el poder femenino que emana de ellas. Las mujeres la admiramos, muchas la deseamos y los hombres enloquecen por ella. El mundo entero se pone a sus pies para satisfacer todos sus gustos y ambiciones. Así nace una diva, que elige el título de Russian Fetish Queen y es mi elegida para el mes de febrero. Veremos si alguien se atreve a disputarle el trono.  



Enero



Febrero


Marzo



Abril



Mayo



Junio



Julio



Agosto



Septiembre


Octubre


Noviembre



Diciembre

jueves, 3 de marzo de 2016

Delicias de Sodoma en Lesbos






   Las mujeres somos criaturas divinas y hermosas sin importar el tipo de belleza. Hasta la menos agraciada, aquella de quien menos se espera, puede convertirse en la intimidad en una hembra sensual y fogosa que es algo maravilloso o en una puta que es algo sensacional o en una puta lesbiana que es lo máximo. Las que fuimos capaces de alcanzar ese extremo del goce y la lujuria sabemos que escondemos la más valiosa carta de triunfo no en la manga sino en la lencería, no en la puerta del frente sino en la puerta del fondo. Esa misma que abrimos en las grandes noches de placer cuando la lubricamos por dentro, ansiosas por celebrar los ancestrales ritos de Sodoma.

   Una mujer de las otras, cuando está caliente y enamorada, puede dejarse hacer el culo y hasta puede llegar a disfrutarlo si está muy excitada o si existe un argumento sentimental. Por supuesto que es posible que lo haga con o sin placer incluido cuando está de por medio el dinero puesto sobre la mesa de luz. Pero sólo una auténtica puta recibiendo por el trasero, una de esas que se llaman putas de alma, representa el verdadero y condenado placer anal porque ha preferido esa opción entre dos mientras que una chica travesti sólo dispone de ese solitario agujero. 

    Las putas disfrutamos el hecho de ser cubiertas y gozadas por aquel lugar prohibido porque queremos disfrutar del sexo más sádico y salvaje. Gozamos sin compromisos, sin romances, sin promesas y sin futuro. Las putas deseamos abrirnos como flores sedientas de sexo para después sentirnos llenas, poseídas, montadas, enculadas...  

   Las otras mujeres, cuando se dejan hacer la cola, bajan la cabeza resignadas como si estuvieran en la guillotina, se encomiendan a los cielos, aprietan los dientes, cierran los ojos o miran para otro lado. Se dejan coger en silencio como verdaderas mártires... y el domingo se confiesan. Pero las putas te cogemos con el culo, sonriendo, regodeándonos, revoleando las caderas, exigiendo más y relinchando como yeguas en celo. Aunque a veces nos puede llegar a molestar un poco si la verga es grande, ahí no es cuestión de aflojar, al contrario, hay que estimular al semental bien dotado, sonreírle, relamerse y prometerle el vuelto. La otra mujer a lo sumo disfruta haciendo disfrutar, se complace complaciendo y cree que entrega su tesorito más preciado a alguien especial. En cambio las putas cortesanas de Sodoma gozamos a través de la pura sensación carnal. No reclamamos homenajes ni reconocimientos; lo único que deseamos es ser cogidas por el culo. Bien ensartadas por atrás sin importar por quien, nos sentimos en el paraíso y lo único que vale es esa deliciosa invasión, ese profundo ir y venir dentro nuestro que tanto nos hace gozar.

   Cuando lo hago con hombres, es inevitable que la eyaculación signifique el final del capítulo. Pero con otra tan puta como yo es diferente, no importa el papel protagónico del momento ni quien va primera, si es la locomotora o el vagón. Aunque estalle un orgasmo adelante o atrás o en ambos lados, la fiesta puede proseguir, las funciones se invierten o siguen en continuado. Cuando le hago el culo a una puta, me gusta frotarme contra ella para sentirla temblar mientras el strapon entra y sale con sus gritos y gemidos. Mis dedos aumentan su goce haciéndole mimos a su vagina húmeda y salen cargados de sus mieles que tanto me gusta saborear; me estiro hasta lograr besarla y así puedo llevarle a la boca su propios jugos cuando entrelazo su lengua con la mía sin dejar un solo momento de mantener en movimiento el trencito del amor. Cuando soy yo la sodomizada, me encanta abrirme las nalgas con las dos manos y sentir las de mi amante en mis caderas o deslizándose hacia arriba hasta aferrarse a mis tetas mientras no deja un solo segundo de dilatar hasta el máximo mi agujero de fuego susurrándome al oído puta, perra, princesa de Sodoma. Yo le respondo meneando el culo y echándome hacia atrás para sentirla lo más profundo posible en mis entrañas, obligando a la amazona a galoparme a los saltos hasta que caemos extenuadas de tanto placer. 

   Yo soy la yegua, ella la amazona o al revés pero ambas somos felizmente putas.







NOTA: este texto, modificado para adaptarlo a mi propio estilo y con mis propias experiencias, fue posteado en un grupo Yahoo del cual formé parte hace diez años; su nombre era Amas y Sumisas Lesbianas.  Desconozco a la autora y me gustaría mucho tener contacto con ella.
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